7 mar 2018

Solo por eso.


No te pido que acabes conmigo, tampoco que vuelvas en estas breves ausencias, sin embargo, es difícil no voltear hacia el cielo, hacia las estrellas, hacia el más allá y lo que significa el azul de las tardes o de los amaneceres, los rayos de sol, que inevitablemente me recordarán a ti.

    Mordería mis labios de emoción, al no tener un café, un cigarro, una cerveza para un atardecer, un sitio en el que, los cantos y las aves pueden mostrarme la maravilla de olvidar el peso de mi presente y de los momentos en que me hallo así, lejos de tu calor y el frío de tus manos. Y de paso, celebrar tu tardío regreso y tu primera llegada. 

    Es probable que con estas cosas, solo disminuya el valor de mi vida como un ente en esta tierra, pues alguien podría considerar que no vivo la vida. 
Estuve pensando, eres una mujer ocupada; me tocó estar en casa con los hijos, y no imaginas cómo extrañé tu mirada somnolienta y cansada, hace ya una semana que partiste, hace unas horas que te comunicaste para reportarme tu estadía, tu estado, preguntar por los hijos peludos, fui a dejarte al aeropuerto y quedaste de regresar, ibas tan bella y arreglada, ibas oliendo tan bonito, distinto a como te conocí. Íbamos por el pasillo de la terminal, en la zona de abordaje, sonaban los tacones de tus botas mientras las ruedas de la maleta se deslizaban sobre el suelo ceramizado del lugar. 

    Mientras esperábamos al llamado para el abordaje, quedé imberbe. sin inmutarme; jamás habías estado tan lejos de mí; ni siquiera en los 13 años en los que permaneciste lejos, y hoy me hallo con el temor de que no regreses; el mundo se ha vuelto un sitio lleno de tanta porquería y si me preguntas si a pesar de ello, hallo maravillas... La respuesta es, sí. 


    Pero han dado el llamado, me abrazas, te despides y te veo perderte en la exclusa que te llevará al avión. Hemos sabido de ti por las imágenes que nos compartes, por las videollamadas, por las llamadas; y cuando llamas, qué grato es escuchar tu voz y preguntar cómo he estado, y saber que ante mis cuestionamientos, tus respuestas son positivas, pues estás bien, estás maravillosa, eres maravillosa, y tu voz al teléfono es la esperanza que regresa a mí, después de la oscuridad que significa el dormir por las tardes y cansado por los proyectos en puerta. 


    Ha pasado más de una semana, y no me basta con escuchar al Príncipe para admitir el preludio de la felicidad que la terminal 9 me trae, las canciones que Ana sigue haciendo resonar cuando en estos días y en compañía de Ozzy y Terry, me hallo dando vueltas por la glorieta, o andando entre las calles que nos miran andar juntos todos los viernes al ir a comer un asado, o al ir por un café (o los domingos en los que me ves corriendo con un par de cajas de pizza). Ha pasado una semana en la que, me divierto con la idea de tu regreso, y de repente, apareces, con tu vestimenta, con tu abrigo claro y tu blusa negra. 


    Me veo con el rostro iluminado, con una pancarta que te anuncia que alguien moría por verte y un ramo de tulipanes que se abaten ante el movimiento de mis brazos que se abren para recibir el golpe de tu cuerpo junto al mío, al abalanzarte sobre mi y verme así; ojalá nunca te fueras, ojalá nunca tengas que ir a hacer tus labores en el otro lado pero ¿quién soy yo para impedirlo? Si tantos años me ha costado admitir que la mayor muestra de amor, y la mejor, es la libertad. Aunque también sientas pocos ánimos de irte, y te resistas a ir al despacho sujetando mi cabeza, alborotando mis cabellos acercándome a tu pecho, olor a Carolina Herrera, y la luz del sol por el ventanal y el parteluz de nuestra casa. Nada me quita la felicidad de saberte muy dentro de mí, de saber que te sientes querida, que a pesar de tus agobios y las tensiones de tu trabajo, siempre tienes tiempo para contarme cómo va tu día y qué te preocupa; la forma en como tomas la taza con el café, la forma en como miras hacia la mesa y como te mueves cerrando los ojos cuando me acerco a masajear tus hombros, tan cansados. Y aún así, cansada y todo, tienes música, llevas mucha e inspiras a que escuche canciones que me lleven a ti. 


Y al final... Verte con mis camisas, semidesnuda invadiendo mi estudio.