16 may 2022

Regalo del ciclo.


Nunca sabré el valor en que me tenías en tu vida, quizás en su momento fue algo ineludible, éramos un par de inadaptados, nuestras ropas nos delataban; eras persona de pocos amigos y las personas con las que llegaste a conversar fue quizás un poco muestra del valor que te inyecté. Debes saber que era recíproco y que si me llegaba a hablar con alguien, era para demostrarte que yo también podría ser y hacer tanto; un sentido ególatra mío me hizo querer ser un guía para tí, lo único que pedía a cambio, era tu amistad y compañía. 

    Recuerdo la primera vez que te hablé, recuerdo que yo llevaba un discman RCA color rojo, y sonaba de fondo "Nunca me voy a transformar en tí" de Caifanes; estabas sentado en la jardinera, frente al auditorio, lugar donde muchas veces a posteriori nos llegamos a sentar con los audífonos puestos, un MP3 y quizás la comida de algún sitio contiguo a la escuela. Ahí acabábamos escuchando canciones que nos pusieran melancólicos, coincidimos que al entrar a la preparatoria veníamos de dejar en los salones de la secundaria las historias de aquellas personas que estuvieron por dejar de ser una tangente en el círculo sentimental de cada uno. Al inicio, quería estar ahí, y de repente mover las alas e irme a un lugar donde YO me sintiera cómodo, con aquellos a los que consideré "cool". Pero la vida me puso (y siempre lo ha hecho) en el lugar en el que mejor cabía; pasó el tiempo y ya no me veía con personas que vistieran zapatillas Puma, ni jeans Abercrombie. Me ví compartiendo el gusto por Fobia, por el rock, por las guitarras, hablar de ellas, las marcas favoritas y hacer un intento de deconstrucción de cada una de las piezas que nos hicieron tan felices mientras les escuchamos. Saber qué efecto se usó, qué marca, qué época, qué recuerdos desbloqueó. 

    Bebernos una cerveza al salir de la escuela, ahí todavía puedo decir que no estaba todo perdido, que antes de ir a clases, era grato salirse de tu casa con el sabor a tacos y los dedos hinchados de tanto tocar la guitarra; esperar las horas hasta que llegara el momento de salirnos en la tarde, tomar las bocinas peculiares de un Sony Ericsson y dejarnos llevar por todas las canciones que pasábamos por ahí. 

    Nunca pude zafarme de ti cuando lo quise, y cuando no lo quise comenzaste a tomar vuelo. Siempre vi eso como una traición, mi egolatría y narcisismo disfrazado de celos me impidieron ver que tiempo atrás, yo había hecho lo mismo al partir tú de la escuela y enrolarme en una banda en la que se me convocó solo por el hecho de poder tocar la guitarra (y dejarme al bajo). Fue sentirme solo en el tercer año de la escuela y sin saber qué haría aún de mi vida, con la presión de tener que escoger una facultad y saber a medias a lo que me iba a dedicar, y a 13 años, con 32 años, aún sigo sin saber qué haré. Pero me hubiera gustado seguir creciendo contigo, seguir siendo un modelo y seguir viendo en tí a una compañía incondicional, un hermano menor quizás, un apoyo cuando la noche se dejó caer en mi. 

    Inevitable hubiera sido, acabar quedándome con los recuerdos que me dejaron las veces que caminamos fuera de la escuela al ya no saber qué hacer, al querer matar el tiempo en las horas ya muertas y antes de clase. Entonces, caminar por Lindavista hacia la nueva plaza comercial que teníamos resultaba un gran plan, después fue irnos a casa de alguno antes de las clases para tocar la guitarra, comer tacos, tocar sobre nuestras canciones favoritas, ir a ver a Fobia cuales fanáticos desquiciados; beber una cerveza al término de una clase aprovechando que aún pegaban los rayos de sol, era la mejor forma de disfrutar "Miel de escorpión" o "Descontrol", pues unas bocinas de Sony Ericcsson nos pintarrajeaban una jornada con sabor a cerveza oscura. Es curioso, pero en esa época, y como dijiste la verdadera última vez que te vi: "En ese entonces, a pesar de no trabajar, teníamos más dinero". 

    La última conversación contigo, y sabía que sería la última, debió ser en junio de 2009, salíamos de nuestro trabajo. Comimos unos tacos de carnitas que nos supieron a gloria, sobre Av. Baja California en la Roma. Era frecuente que al salir, nos fuéramos a caminar, a platicar a algún lado, pero en esta ocasión fue certero, yo traía la pesadez de una cruda del fin de semana antepasado, y quería tu apoyo. No te culpo por no hacerlo, quizás ya había sido suficiente de mí, sin embargo, ese día, un sismo que nos tocó dentro del vagón del metro dejó un ya de por sí enrarecido aire, solo te despediste como habitualmente lo hacías, nos tomamos las manos, un: "nos vemos, güey" y tomaste la dirección opuesta de la línea 8, yo debía irme a Centro Médico, tú a Tacubaya, ambos íbamos al norte, pero ya no nos acompañamos. Pienso que, como en toda relación, cuando ya hay personas que se han vuelto una prioridad mayor, otros seres se irán al pasado por medio de la distancia.

    La música, quizás nos unió, ahora nos acabó separando también, ya no éramos como Mick y Keith, ahora éramos algo asi como John y Paul. Pero otros aspectos dañinos de nuestras personas acabaron por ganarnos terreno, y es que, al paso (y peso) de los años, me di cuenta que somos ciclos solamente; y en este caso, me costó tiempo admitir que nuestro ciclo acabó. Después de ello, me enfoqué también en buscar un trabajo que justificara mi existencia bajo el techo donde habitaba y llegué a lugares donde lo pasé bien, y al cabo del tiempo, me acostumbré a la idea de que tener amigos, no era para mí, y lo pasaba solo. Hubo alguna mujer, que quiso ser mi compañera, que fue mi compañera, pero difícilmente pude establecer amistad con un amigo. Ya no quise tanto, y es tan complicado hallar en la vida a alguien con quién compartir esos gustos y esas cosas que pensaba... Y confluir así, y aunque al paso del tiempo, me fui soltando y pude hacer más amigos, todo lo que quise tener después fue una recreación o intento de revitalizar ese sentimiento con otras amistades, lo cual, y sin querer, me acabó limitando y acabé por limitarles. 

    Todavía, 8 años antes de esto nos vimos, tenía a cuestas una deuda y a pesar de que no tenía nada a favor mío, sabía que algo más estaba por llegar, y la última vez que nos vimos fue para rememorar esos días en lo que era el templo de mis soledades. Y me costó aún así saber que ya habías cambiado, que habíamos evolucionado, y quise traer en 2014 las cosas que vivimos tan plácidamente de 2006 al 2009. Ya no era lo mismo pero alcancé a disculparme contigo, a modo de cerrar cualquier herida habida; aún y a pesar de que al verte en algún bar con tu banda y hacerme acreedor a tu habilidad con la guitarra, sintiera la sensación de estar a tres escalones de distancia tuyos. Todavía quise recobrar eso con una serie de imágenes que hallé en ese baul, hubo un ligero acercamiento, pero en esta ocasión, ya no me preocupó seguir cultivando ese contacto... En estos tiempos, el contacto se mide en la cantidad y premura con la que se responde por medio de una aplicación. A mí ya no me interesa eso, sin embargo, ten por seguro que habrá siempre una canción de Fobia en la que estarás siempre presente cada que mire al sol y me empine una cerveza. 

    También y como expresé en esos momentos, "donde sea que la vida te tenga, que te tenga bien"