A ti, belleza, mujer de mis ojos,
quiebre de mis congojas,
no cierres esos, tus hermosos ojos,
ni me quites el regalo de verlos.
Tumbado en la oscura tristeza,
en la penumbra de la franqueza,
el verde esmeralda de las hojas y la lluvia,
me acompañan en sutileza obvia.
Tu sombrero color rojo,
regalo del sabio del pasado,
me acompaña, me soporta, me arrastra,
en las rejas, en la oscuridad,
ocultos entre frío y sombras,
me besas y me abrazas.
A ti, belleza con el gorrito rojo,
de chapitas rosadas y mejillas tiernas,
no arrebates de mí tu existencia
no me alejes de tu presencia,
no huyas de mis súplicas,
que en el frío ardo en llamas.
Soporta mis gestos, mis llantos,
mis manos que le acarician,
refugio en sus ojos encuentro,
en sus abrazos día a día despierto.
Que no salga el Sol,
que el frío cubra al aire de gris neblina,
una tarde es poco para mí,
que no culmine contigo esta complicidad.
Que el viento no me desbarate,
cuando las ráfagas decidan apresurar el paso,
de ti he quedado encantado,
a tu alma me hallo prendido,
y me juro desatado,
pues me estoy enamorando.
A tí, belleza de ojos preciosos,
que el cielo por descuido perdió,
a tí que me besas y me encantas,
que de suerte y gloria a mis días entregas.
Le grito al viento que me enamoras,
con solo escucharte entre las hojas,
le grito al cielo y alabo sus maravillas,
por tus días en mis venas.
Mujer de mi vida, en ésta noche fría,
te ruego que me abraces,
ruego por que no me dejes,
deseando que me esperes,
acabando con éstos crueles temores.
A tí, belleza, mujer de mis ojos,
quiebre de mis sollozos,
regálame esos ojos misericordiosos,
y no me quites el regalo de quererlos,
no me niegues el gusto de besarlos,
vuelve hacia mi ese gorrito rojo,
atora tus dedos entre los míos,
encaja tus uñas en mis manos,
acerca tus mejillas en mi rostro,
y no arrebates de mí tu existencia
no me regales tu ausencia,
que sean mentira las grises apariencias,
por que el cielo enciende en llamas.
A ti, belleza, mujer de mis ojos,
quiebre de mis congojos,
no cierres esos, tus hermosos ojos,
ni me quites el regalo de volver a verlos.