31 dic 2009

El día de las explosiones.


En el día de las explosiones,
reina el caos, salpica de odio las calles, 
desborda cada una de las ideas, 
existentes e inexistentes, 
que de la mente emergen. 

Las burlas provocan incendios, 
las risas son anuncio de la muerte... 
Lo trágico se vuelve real, 
la noche es cómplice de la soledad, 
cada atisbo de vida en ruido, es motivo, 
la razón para que haya un silencio, 
tan ensordecedor como las sirenas, 
las sirenas llevan cadáveres, 
las cárceles se llenan de prisioneros, 
mientras se busca al responsable, 
al que provoca sin instrumento, 
ni sufrimiento, 
la desaparición de tantos injustos. 

La comedia de la noche, 
los autos rodando casi al vuelo, 
quebrando el aire, 
rompiendo cuerpos, 
cajas llenas de almas, 
que sonríen sin merecer gracia alguna, 
encontrando la felicidad en la infelicidad, 
giran a la derecha, 
giran a la izquierda, 
continúan su jornada de risas, 
sin sospechar su cruel destino, 
vuelta a la izquierda, 
acelerador al máximo, 
una mano que apunta con los dedos abiertos, 
una luz que surge por sorpresa, 
pedazos de hierro y piel, 
vuelan a gran altura, 
no hay gritos de dolor, 
no hay llanto, 
solo expectación, 
solo la sorpresa.

Por que la noche se cubre de sorpresa, 
las burlas que provocan ira, 
y el llanto a la venganza, 
aguardan a la lluvia que no llega, 
no es el diablo, es tu mente, 
desata las cuerdas de la locura, 
el caos galopa como caballos salvajes, 
arrastran vidas, borronean risas, 
apagan sonidos, y ensordecen a la luz, 
la cólera quiebra muros, hay vidrios rotos, 
el aire congela el baho, 
el humo de la boca sale, 
el suelo se estremece, 
el polvo se levanta y suena a fiesta, 
las risas son preludio de la muerte, 
y el fuego reina... 

En el día de las explosiones.

6 dic 2009

Súcubo al atardecer.


Resguardado en el frio de la soledad, 
mirando un cielo particularmente voluble, 
dejando correr los segundos en bocanadas de humo, 
bocanadas que roban aliento, 
suspiro, pensamiento, 
sentado bajo un faro que luce frio, 
en lo sublime del atardecer. 

Se acerca buscando luz, 
fuego para su hoguera, 
alimento de su malicia, 
un súcubo desgraciado, 
disfrazado de la más hermosa perenne, 
tienta con versos, tienta con la mirada, 
tienta con palabras.  

La timidez fue su escudo, 
su arma el convencimiento, 
yo víctima no me percato del peligro, 
pero asiento a salir a caminar con el demonio a cuestas... 

Con la boca seca, con la vergüenza de estar con lo desconocido, 
entre calles desoladas, 
soberbiamente asfixiadas por la penumbra del viernes, 
día en que los demonios escapan de los infiernos, 
buscando la perdición del humano arrogante y débil. 

Tras haber caminado por largo, 
de beber de los vicios mas accesibles, 
de fumar y de contar, 
de huir y caminar comencé la seducción, 
abriendo las puertas al abismo con una trampa mal colocada. 
 
Me he convertido en victimario, 
la victima ya es un íncubo, y el súcubo se vuelve humano, 
se rinde ante sus deseos, 
se muestra dócil, 
el joven es poseído por el enemigo común, 
y a la oscuridad se lleva a la flor, 
oscuridad que resguarda la impureza del pensamiento.

Se detiene la posesion, 
las manos que exploran relajan su curso, 
arrastran culpas, y la demoniaca fémina, 
suplica por una segunda oportunidad, 
y en la fría oscuridad del subterráneo huye él, 
dejándole a ella con la incertidumbre, 
deseando él, nunca volver a caer...

1 nov 2009

El Cuarto a Obscuras.


Hay un cuarto a oscuras, te sientes solo, el viento sopla de tal forma que parece que las ventanas están abiertas, pero te asomas a la ventana y no hay indicio alguno de que haya rendija abierta por la cual el viento se cuele, el día está gris, los arboles están secos y sin rastro alguno de las hojas; recuerdas los pequeños fragmentos que has leído de Edgar Allan Poe, en tu radio se reproduce una de tantas canciones sombrías que tanto te encanta escuchar.

    Hay una voz, se ahoga, susurra, el viento sopla fuerte, rechinan las ramas del árbol, las pocas hojas presentes se sacuden, y el alumbrado de la calle se ha ido, el viento hace estragos y la oscuridad se densifica, no hay ninguna vela que pueda iluminar ese cuarto, y la música sigue.

    Parece que a estas almas, les encanta el sonido oscuro, vidrioso de tus discos, e inexorablemente la tarde cae, parece que llueve, se oyen las gotas golpear el cristal, estás sentado en el borde de esa ventana, y el frío entra por esas rendijas, tu cuarto a oscuras sigue con su negro esplendor, y sientes escalofríos; una mano recorre tu espalda, y te han soplado al oído.

    Volteas con mucha sospecha, pero no tienes miedo, por que tu ambiente últimamente se ha tornado ligeramente pesado, quieres que sea así y no te importan los crujidos del mueble, ni que los aparatos truenen, ni siquiera te importa el hecho de estar siendo observado por alguien que no ves, y que sabes que te tiene acorralado, las oraciones, las haces, miras a la cruz de tu pared, miras a esa figurilla y te preguntas sobre el cómo es posible que aquél ser se haya sacrificado por unas masas que incluso, lo niegan.

    En verdad, si lo hizo por amor, ese sentimiento ni existe, por lo menos y para ti; te miras obligado a lucir colores, pero el color negro y el gris son lo único que por tu cabeza existe, ronda, a pesar de ser tú, tan asiduo de los ocasos otoñales, hay veces en las que el odio, y todo aquello que te provoca sentirte frio, hacen que las lluvias te sepan mejor a pesar que a veces te llegan a fastidiar.

    Y el fantasma de tu recamara sigue, juega, rompe artefactos de vidrio, rompe espejos, y tú como si nada, quedas mirando la calle a oscuras que se cierne bajo tus pies y que inunda los cimientos de tu hogar, observas las gotas de lluvia estrellarse en el cristal, escuchas las voces tétricas, las pistas melancólicas, pero te importa un bledo el ruido de ese espíritu grisáceo, perdido. Esa sombra quiere llamar tu atención, pero la ignoras, y enciendes el 5º cigarrillo de tu cajetilla; para una compañía, deseable o no deseable, el olor del cigarro en un lugar encerrado, es insoportable, y sin meditarlo ni tenerlo en mente, detuviste la marcha pueril del infame espíritu.

    Mientras, las horas se van comiendo a los minutos y los minutos a los segundos, es verdad, parece eterno cuando parece que las voces tétricas de tus discos parecen correr sin la menor cavilación, siguiendo su curso tu cuarto es todo lo que podrías pensar, es todo lo que te cabe en un día completamente grisáceo y triste. Es lo que en tu mente se engendra mientras tanto, recuerdas que hay un retrato tuyo con una persona amada del pasado; la miras con suma extrañeza, te pones a pensar, tu amargura sube de tono y comienzas a reprocharte tantas cosas, todas las situaciones que hicieron que llegaras al grado de tener todo a oscuras teniendo el clima así; y ha parado de llover, las gotas no suenan, hay viento y ves un pequeño remolino que cruza la calle, se lleva hojas, aleja a los perros, ahuyenta a la gente y la hace guarecerse entre pórticos y establecimientos en los que el espacio les dé permanencia voluntaria.

    El reproche persiste mientras se observa al retrato, ya no brota lágrima alguna de tu avejentado rostro, solo tu ceño se frunce de tal modo que sientes que hay un volcán ardiendo y lo dejas estallar; avientas el retrato y se quiebra, oyes los pedazos del cristal protector golpear la pared y el suelo. La foto cae sin más, la pareja que está en esa imagen te hace comenzar a gritar, te cuesta trabajo asimilar no que estés solo, sino, el porqué terminaste haciendo y diciendo cuanta estupidez te brotaba del corazón, te golpeas el pecho, te jalas los cabellos y te golpeas la cabeza con el puño.

    Ya no lamentas la soledad que se hizo presente por sorpresa, nunca hubo lamento por el día gris, hay fantasmas en tu cuarto, hay unas oraciones que se tocan cuando se ha terminado el día, hay un crucifijo pegado en la pared, hay una ventana que da lugar al circo de la vida dando la función mas atroz en las calles, los perros no ladran, pero los fantasmas siguen, ya no te espantan, porque en tu mundo, solo tu corazón y tu cerebro reinan. Pero en esa diáspora de cosas que se lleva poco a poco a las nubes y poco a poco deja al descubierto un cielo color malva, anuncio de la huida del sol y el nacimiento de una noche que será larga, hay agujeros en el cielo, y los rayos de sol entran por cada descuido de las nubes, el sol quiere protagonizar su emerger en el ocaso.

El jazz aparece, pero siempre termina opacado por una indecisión, el cielo es estrellado aun sin merecerlo, el otoño poco a poco se acaba, y el suelo poco a poco comienza a succionar el agua que del cielo cayó.

Mientras comienzas por el séptimo cigarro de la tarde.

17 ago 2009

La Rosa De Tus Ojos...


Voy pensando y pensando y mi cabeza se alborota, hace 8 días estaba apresurándome a llegar temprano a la escuela y al no llegar, me resigné por completo a llegar tarde, por que mis retrasos son habituales y me entretuve escuchando aquel disco que me devolvía a las sombras siendo las 2 de la tarde, oscuridad que pareció materializarse en un día especialmente gris, pero encantador aunque un tanto apático por que a mi paso, en mi andar entre corredores y pasillos me encuentro con personas que sin quererlo o inconscientemente deseándolo me van impidiendo el paso.

    Y aún así, podré considerarme afortunado, por que salí sin mayor daño que el que se le puede hacer a mis oídos, y es escuchar las desagradables notas de lo común y mundano que a la gente le gusta escuchar, rompiendo mi intento de barrera oscura y de gracia dentro de mi cabeza llena de penumbra y melancolía, hay sentimientos guardados; si los hay, pero aun no se podían revelar, y al salir compré mi vicio.

    A lo lejos la veo aparecer, vaya sorpresa, es lunes y me sorprende ver a esa figura vestida con ropajes con colores no apropiados para el gris de ese día, ni de mis ojos; pensé que no la podría ver, pero es obvio que el destino ha intentado acercarme a ella, y disimulando desconcierto volteo la mirada pues Ale, lo ha hecho y se acerca para golpearme suavemente con una botella de agua a una octava. Ya en la noche tuve que revelarle a Alejandra que no podía aguantar toda esta farsa de disimular tanta atención hacia ella y tuve a bien decirle que me encantaba su todo, sus ojos, su piel, sus manos, su cabello, su ser. Su reacción si bien, fue de sorpresa, todos los rumores apuntaban a que ella sentía lo mismo por mi, por la confianza que supuestamente le había inspirado y por que físicamente le había parecido atractivo y por esa forma en como me abría con ella. 

    Ahora, pienso que tomé la acción equivocada de destapar mi sorpresa tan prematuramente, curiosamente mis días se mostraban contados, me sentía como el enfermo terminal queriendo hacer todo de una vez en un tiempo corto, pero quizás el destino me armó una treta de la que ahora me veo confesándole todo mi sentir a una mujer que me era indiferente, contando sin más que con mis dedos y mis miedos, por que no quería que pensara que estaba jugando con ella, quise ser lo mas diáfano posible. 

    Mas no pude, todo se tuvo que sacar a flote entre el mar de nuestras tristezas, salió un rayo de luz que apuntaba a desaparecer ese abismo donde criaturas extrañas se esconden bajo el nombre de criaturas abisales, en el mundo de Alejandra y mío, lo llamaremos sentimientos.

    Bueno, no pude contenerme, y se fue, seguramente no pudo dormir, por que yo tampoco lo hice, y esa semana mis sueños fueron tan cortos como cuando reproduces un "Extended Play", tan fugaz como la luz de las hojas de tabaco al quemarse; al menos hasta que decidí enfrentarle para decirle eso que le había dicho y para que ella viera que no estoy jugando ni que es una apuesta; quizás si, le aposté a mi suerte que podía ganarme su cariño a pesar de "lo complicado" que ella intentaba resultarme.

    Total, la he visto, se mostraba insegura y con temor, y yo estaba en el mismo estado, dije lo que tenía que decir, y así tuve que mostrar mi inseguridad a su reacción, confesé que la quería y ella hizo lo mismo, caminando en el patio de la escuela no faltó quien se preguntara que era lo que ocurría entre nosotros, mientras ella se subía de puntas para rodear mi cuello con sus brazos.

    Al otro día llegué con el mismo animo con el que había empezado la semana, ahora el día estaba soleado, era un bello atardecer de viernes, solo que mi ánimo le increpaba al sol por haber aparecido en "tan buen momento", después de rechazar una salida a una fiesta con mis amigos, preferí quedarme al verla caminar por el lobby de la preparatoria; me quedé los últimos momentos del ocaso del viernes con ella y seguirla a donde fuera pero mis palabras estaban ahorcándose en el chicle que me estaba comiendo, y se golpeaban en las paredes de mi boca como aquel secuestrado que busca la manera de hacer ruido y que le rescaten, en mi estomago había una burbuja morada que me hacía sentir tan bien, pero en conflicto con una profunda desolación. 
    
    Al salir de la escuela tras haber estado sentados en ese rincón, platicando, soportando la frialdad del lugar en el anden donde ella tendría que partir y después de varios intentos de mostrarle el recorrido de mis caballos, solté las palabras más condenadas en mi persona, por que hasta el momento en que la conocí, la amargura era un sinónimo de mi vida. Pasado un fin de semana similar, un florista esperaba con un cigarro en mano a un tonto que se estaba enamorando para comprarle alguna de las rosas y arreglos que ofrecía. Entré a la escuela, esperando su llegada, mas no la vi y estuve a punto de tirar la rosa o llevarla a mi casa, me era un enorme riesgo llevarla de vuelta y tenerla ahí mientras se moría por el atosigante calor de mi hogar; hasta que llegó diciéndome que ya se iba, quería acompañarla y ella accedió ya en el andén de 18 de marzo, saqué la flor y al verla, Alejandra soltó una sonrisa y unas palabras un tanto complacientes y agradables a mi estima:

-Hacía mucho que no me regalaban una rosa, y lo mejor de todo es que es color rosa, mi color favorito y me la estás regalando tú.- 

Sin embargo, su respuesta a mi sinceridad tiene que esperar, por motivos casuales, alguien más se había aventurado a volver esto una competencia por su cariño, aunque, ella y la rosa de sus ojos, me han dado la posibilidad de tener un "Sí" por respuesta segura, para finalizar me abrazó despidiéndose.

29 jul 2009

Situación o razón cósmica.


    Hoy, la mañana luce fría, has despertado con sueño y sintiendo las ganas de cubrirte con ocho cobijas más pues, el día ha amanecido nublado y resultaba difícil distinguir entre la madrugada y el amanecer frio, sin ese molesto astro queriéndose hacer notar entre las cortinas; hay algo que te obliga a levantarte tan temprano cuando en la madrugada habías bebido alcohol y fumado cigarrillos, pues tu impulso y una extraña sensación de felicidad te lo exigían y tienes que levantarte temprano para ir a trabajar. 

    Ya es de día, hace frío y con mucha apatía te metes a bañar, abres completamente la llave de la regadera del agua caliente, dos giros a la del agua fría para que así puedas reanimarte y tener ansias de no seguir acobijado y no sientas despellejarte con el sauna improvisado de ese momento.

    Con nuevos bríos, en la mesa aparece de forma misteriosa un vaso grande y humeante de café con un pan para acompañarle, esperando que con ello te arranques ese sabor amargo de alcohol y nicotina que persiste aún y después de haberte cepillado los dientes; hoy deberás empaparte de monotonía y sabes que todo esto tendrá su recompensa porque cuando el reloj marque las 14:00 horas desde el momento en que comenzaste a soñar, saldrás impaciente por las escaleras del edificio donde trabajas y encenderás un cigarro, pensando únicamente en la persona que te maravilla desde hace poco tiempo.  

    Y así, terminas el café y emprendes la marcha hacia la terminal del metro donde tendrás que sobrevivir a los empujones y golpes de aquellos que corren el mismo destino que tú. Así, entre los túneles y los recordatorios del 10 de Mayo al operador del vagón, sales disparado hacia la caminata que te llevará a ese lugar que también te hace sentir útil; en el trayecto sacas el encendedor (que no deberá de faltarte), enciendes un cigarro y te pones a buscar una buena canción en tu memoria porque antes de salir de casa, tuviste a bien la idea de poner música para amenizar tu fugaz desayuno. Caminas entre los charcos, entre la gente que con su paso entorpecen el tuyo, entre pequeños riachuelos de agua ves asomarse al sol que, se abre paso entre las nubes que últimamente le han estado robando cámara. 

    De repente, te pones a pensar en ese motivo que te hizo cambiar la perspectiva de las cosas,  llegas, pasas lista, te registras, entras al local, te pones los auriculares, enciendes el monitor y empieza la jornada; esperas con ansias que marque el reloj la hora de salida para que cuando te den la indicación, salgas disparado del lugar, bajando con prisa las escaleras y enciendas nuevamente un cigarrillo, aquel que hará que te olvides de esa mañana que te resultó particularmente pesada. Sales con tu amigo y platicas de cosas sin relevancia, pensando en la presión que te dejaba esto, a la vez que comías las ansias por llegar a verla. 

    Has llegado a la estación que te dejará en las puertas de la preparatoria, las ansias de poder verla son casi mortales y aguardas, no hayas razón de su presencia, está ausente y no puedes evitar notarlo, al final habrá oportunidades más para estar con ella, puesto que esto que vives a su lado, apenas comienza.  

    Ya entradas las horas del ocaso, sales con tus amigos, buscan refugio en un camellón y comienzan a beber la delicia de la cebada fermentada, sin contar la presencia de aquellos guardias de la calle que al final logran evadirlos dirigiéndose al puente que ayuda a las personas a atravesar la gigantesca avenida que se hace llamar "Insurgentes Norte", mismo que permite atravesar al otro lado de la civilización, aquél que define la línea entre lo bello y lo horrible. 

    Entre la plática, siendo las 6:24 de la tarde, piensas en Alejandra, la recuerdas, le guardas con cariño al recordar como fue el inicio de toda esa aventura juntos, y es que, precisamente en ese mismo instante en que por alguna razón cósmica, has comenzado a recodarle mucho más de lo debido, mientras escuchas al amigo en común sobre su personalidad, confirmas que ha sido una tarde perfecta.  

    Emprendes el regreso a casa, te miras en el reflejo de la puerta del vagón, tus ojos se cierran y el calor dentro del mismo es insoportable; la noche es fría, y has olvidado que hay alguien rondando en tu cabeza, que hay situaciones muy importantes en qué agotar toda tu atención y, sólo sales de la estación-terminal. Agitado y fastidiado... Llegas a casa. 

    Abres la puerta, te recibe el perro, esa mujer llamó a tu casa, te diriges al identificador de llamadas y su numero aparece a las 18:24 de la tarde, te ha marcado y tú estabas ausente, no pudiste responder pero fue como si la hubieras invocado con la mente. 

    Situación o razón cósmica, justo a esa hora, mirabas el reloj en el puente al son de las burbujas de la cerveza y el sol ocultándose sobre el puente, te acordabas de ella. 

13 jun 2009

Ahora.


Ahora que todo acaba, 
permíteme decirte cuánto te quiero, 
aunque sea por última vez, 
antes de ver tu sombra partir de mis brazos.

Nunca supe si mi cariño, 
te complació de alguna forma, 
no podré saber a ciencia cierta si, 
a mi lado fuiste feliz. 

Ahora que todo acabó, 
no sé si sea correcto confirmarte, 
todo mi cariño como antes, 
por temor a tu mirada, 
por temor a ti.

Las mañanas se yerguen y duelen,  
como el alcohol en la herida, 
como la sal en la llaga, 
las noches se vuelven infernales, 
porque tu canción aparece, 
porque tu recuerdo me inunda de lágrimas, 
porque ya no estás. 

En la soledad me pregunto, 
si todas las rosas que te regalé, 
llegarían a casa, 
o si quedaron a mitad del camino, 
quizás pudiste conservarlas, 
no sabré si mentiste al decirme lo que en ti, 
provocaron sus pétalos.  

Ahora que todo acaba, 
permíteme decirte cuánto te extraño, 
aunque sea por última vez, 
antes de ver tu sombra partir de mis brazos. 

Ahora que todo terminó, 
tus manos y tu rostro perduran, 
ya no como la realidad que me hacía feliz, 
si no como el mas desolador de los recuerdos. 

Ahora que no estás, 
tu voz aún resuena en mi profundidad, 
tus palabras se labran en la piedra de mi memoria, 
y la nube gris que nos daba sombra, 
ahora solo es causante de mi padecer. 

Ahora que partiste, 
mi felicidad parece solamente un sueño.