21 oct 2010

La carta en la almohada... (El adiós)


Hoy hace unos meses que las cosas cambiaron, hace tantos días que paso las noches gritando, pues esta infelicidad me carcome, y no sé cuanto mas pueda aguantar, estoy seguro también, que tú pensarás lo mismo, y lo percibo incluso en el perfume que por las mañanas te pones, si, antes de irte a aquella aburrida y gris oficina mientras yo apenas y me espabilo de ese letargo de 8 horas. Lo huelo, "Magnifique" de Lancomme, han pasado meses desde que te regalé dicho perfume; y te veo ponerte ese traje, esa falda, esas zapatillas; veo el amanecer tras las cortinas de la habitación, se mira grisáceo, prometedor incluso, hay un Sol de fondo, no me puedo equivocar, esas curvas son de las que me enamoré, esas blancas piernas son de la misma que me vio hundido y regresó para salvarme, ese rostro fue el centro de mi universo.

    Y si me estoy equivocando, culpa a mi olfato y a mi corazón sobre lo antes dicho por tu perfume, el perfume no tiene la culpa, tuve la corazonada de que te gustaría; es solo que es definitivo, que mis molestias en el pecho no son por salir al balcón a las 2 de la mañana a ver la Luna mientras dejo un rollo de hojas consumirse en mis labios mientras tú duermes; no me es fácil lidiar con la gentileza de tus padres cada que los vamos a ver mientras yo me incendio.

    Posiblemente notarás que a la hora de la comida tengo una facción seria, que ya no hablo como antes y que ya no te abrazo; me quedó clara tu postura en un principio sobre los abrazos, y no entendí cuando esa postura cambió, me sorprendió y me alegró; recuerdo de nuestras primeras andanzas, como adoraba el viaje de regreso a mi casa; y como me negaste la oportunidad de romper el anillo que ya se había soldado. No me entiendo, quizás cuando halles esto, estarás despertando, preparando tu partida al trabajo, y te darás cuenta que la soledad que germinaste hace muchos años en mi, creció sin querer, me obscureció, y sé que esta condición mía te ha llegado a cansar, aunque durante estos años has estado junto a mí no dudo siquiera que has pensado en porqué he cambiado.

    Victoria lo sabe, Claudia lo sabe, si Dios lo sabe ¿Que yo no lo sepa? Considera seriamente la posibilidad de que las cosas se han revertido, he pasado los últimos días encerrado en el estudio, viendo el álbum de fotos en esos discos, mirando en el proyector a obscuras, estudiar, analizar, y dar mi crítica ha sido el pan de cada día para mí, no veo imposible el aplicarlo para mi vida contigo; camino en automático por los pasillos, por las escaleras, por el jardín, me siento en el borde de la piscina con el perro, me alegra saber que gracias a mi perdiste muchos de tus miedos, entre ellos al perro, me dio gusto que las primeras veces salieras conmigo en el auto y te aventuraras a dar la vuelta por lugares por los que yo jamás había estado, o de las veces que iba por ti a la Facultad para irnos a comer justo cuando estabas por entrar a tu última clase, oír nuestras canciones mientras recorríamos el circuito escolar y de ahí a Perisur, los Viernes tenían un sabor agradable, los Sábados a ir a tu casa para ayudarte con la tesis.

    Es una lastima, compartimos tantas cosas, tantas noches, y sé que puedo arrepentirme por hacer esto, no me queda de otra, mi boca es ácida y no quiero dejarte un mal sabor, es inevitable, me provoca miedo incluso, pues sé que después de esto, no podré volver a verte, y sé que piensas lo mismo, y quizás hasta un alivio para ti sea, ¿Qué podemos ganar? ¿Y que podríamos perder?

    Sé que he flaqueando prematuramente, no lo has hecho saber con palabras, pero llevo años conociéndote, y sé que te ha invadido la inseguridad; y por que sé que eres igual a mí, tampoco he vacilado en emprender mi huida, no huyo de ti, huyo de mí, duele verte dormida todas las noches, duele ver tu piel con el brillo de la Luna que se mete por nuestra ventana, me duele pensar que jamás te podré acariciar como últimamente tú lo hacías, pienso que ésta fue la última vez que miré al lado izquierdo de la cama, y me voltee para apagar por última vez la lámpara para conciliar el sueño, y a decir verdad, no lo pude hacer, bajé al comedor y bebí lo que restaba del vino de Año Nuevo.

    Me pregunto si al oír los acetatos que olvidé, me recordarás, me pregunto si tendrás el valor de poner el 45 RPM que olvidé en el tocadiscos. ¿Sabes? Fue lo último que escuché en el estudio, estaba sentado en ese sillón viejo, aquel donde nos pasábamos los Sábados en la noche viendo películas ¿Qué harás ahora? Me dirás como la penúltima vez, que debiera seguir con mi vida, y en esta ocasión ¿Lo pondrás tu en práctica?; tus padres, en las cenas familiares preguntarán por mí y sobre lo que fue de lo nuestro, te darán flores con espinas, te incomodarán a la hora de la comida, de la cena, quizás me vean ahora como un enemigo, o quizás como un proceso de la vida que comenzó para acabar tarde que temprano, o temprano que tarde.

    Había momentos en que dejaba la puerta del balcón abierta, y miraba tu espalda desnuda, blanca, las sábanas cubriendo lo que resta de tu cuerpo, la luz blanca y el aire con olor a jabón neutro te hacen lucir hermosa, bastante luminosa, y yo te miraba con tanto cariño, que pude despertarte únicamente para abrazarte y apretujarte tan fuerte, que podría fundirme en ti, y jamás lo hice.

    Yo estoy aquí, tú ahí, ¿Por cuánto tiempo? Ni yo lo sé, solo sé que comienzo a arrepentirme, pero tengo firme la idea de irme, sin olvidar que fuiste siempre el cielo a donde perdía mi confusión.

2 oct 2010

Entre plomo y lluvia.




Yacen los cuerpos regados, 
la lluvia los empapa, 
permanecen desgajados, 
los hincha, 
los esponja.

Amancillados por las bayonetas, 
con sus rostros de terror, 
sus manos quedan abiertas, 
y los puños se cierran con furor.

Gritan en las calles, 
el vulgo observa, 
se escuchan las balas, 
la lluvia de plomo, 
que desgarran la memoria, 
deshacen cráneos, 
rompen facciones, 
y en los pasillos, 
entre el frío y la humedad, 
aparecen sin ton ni son. 

Brillan las bengalas, 
con asombro observan, 
los delirios comienzan, 
y los soldados avanzan.

Al ritmo de la música, 
se parapetan en la plaza, 
se arrojan a las ruinas, 
se escurren en la loza.

Se escucha la carga del plomo, 
el Rey observa desde su trono, 
dialogar fue su crimen, 
con crimen justificaron el acto, 
con filos su existencia. 

Silban las balas, 
rugen los cañones, 
gritan las niñas, 
caen los jóvenes.

La sangre se pierde con el agua, 
lagrimas, sal, agua y piel, 
hierven en las jardineras, 
se incendia la revolución.

Imploran desde sus escondites, 
misericordia, 
observan a los aviones, 
melancolía, 
son los últimos segundos de su juventud.

Suben con la lluvia, 
los cañones los elevan, 
bajan a la tierra, 
floreciendo en Octubre.

15 sept 2010

Pergamino De Albanene.



-Ya es otoño -dice
-Se mira tan limpio el cielo...-


No podía esperar a llegar a la escuela, el otoño es una época que le provoca muchas cosas, principalmente por que siempre tuvo la suerte de hallar entre las hojas caídas, un tesoro que lo hará recordar cosas al poner sobre la tornamesa sus vinilos, siempre el otoño fue como la antesala de una serie de eventos que lo marcarían por siempre en la memoria.

    Es hoy uno de esos tantos días, casi huyendo toma las "fichas de trabajo" y emprende el trayecto, el inmisericorde metro de la ciudad, el calor después de una temporada de dos meses de lluvia intensa, que solo logró remojar y lavar la mugre de un antiguo e insignificante dolor; camina a prisa, acelera el paso, llega apresurado al edificio que se había levantado en 1964, con colores tales que asemejan a un balneario: clase de sociología, prácticas y análisis sobre la superestructura, comparaciones entre la sociedad y el sistema como un organismo, un organismo vivo, y al individuo como un integrante de los organelos de este ser; tan solo pensarlo le provoca apatía.

    Lucio se sienta, se prepara y se mentaliza para evitar caer dormido ante el dominio verbal de la profesora, en su mano yacen dos Marlboro, tendidos como cadáveres en su fardo, en la mano izquierda, empuña el cuello de la botella de "Coca", y a escondidas de los intendentes fuma el cigarro, hace tanto Sol, que entre la luz se puede distinguir el humo áspero y denso que sale de su boca, han pasado 10 minutos y solo faltan 5 de tolerancia para que el grupo completo le "dicte la tolerancia" al maestro y emprendan la huida; 4 minutos faltan, 11 minutos, 4:21 de la tarde, y de entre una multitud infame y descarriada sube ella.

    Si, ella, se llama Mónica, él la mira, apenas y con la sorpresa intenta disipar el humo con el que estaba jugueteando, es una realidad, la tardanza es su sello característico, hace Sol, y luce su piel blanca, pálida en ocasiones, la hacen ver como toda una vampiresa, vestida de suéter verde en cuello "V"; es un suéter, con una suerte de escote; pantalones entubados y botas, que aluden al sonido de Pink Floyd con "Wish You Were Here", su espíritu le arrasa y destruye como el sentimiento de "The Rain Song" de Led Zeppelin.

    Llega, pisa el último peldaño para llegar al piso 2, se cubre las manos con su cuaderno recién expulsado de la mochila, el Sol brilla intensamente, ella brilla con un fulgor cegador, pero incomodo para su ser, pues la temperatura ha hecho que sus mejillas adopten un color rojizo, Lucio siente esa extraña sensación de frío en el estomago, suda, ríe y le saluda.

    Todos miran a ese par, claro y oscuro, había algo en común, sus colores anímicos los diferenciaban, ellos adoraban la sombra, pero él es romántico, y el otoño le provoca emoción, adora ver su piel, adora ese color; ella tiene una cubierta de hielo, y por dentro un núcleo hirviendo. Ella es su devoción, ella no sabe lo que en él germina, pero ella confía únicamente en él, y lo mira y lo saluda como si dentro del grupo fueran los únicos, el se sale de su mundo, pero se interna fácilmente en este, son iguales, y tan distintos a la vez.

    La tolerancia al profesor terminó, se retiran, y a el le "vale madres" que tenga problemas con los que se decían sus amigos, y mucho menos que lleve 15 días en el grupo y lo miren tan extrañamente por ser el mas viejo del salón, y menos que lo vean pegado a ella, los dos estaban en la misma situación y se conocieron en sus atmósferas solitarias, una simple frase rompió el silencio de ese témpano de nombre Mónica. 

    Sin embargo, el sabe de su objetivo, cuál es y como tiene que llegar a él, o ella; todas las tardes se hallaron con distintas variaciones de clima, estaban en su burbuja, y él tenía las intenciones de soltar en un momento dado las palabras lo suficientemente viajadas y adecuadas, para expresarle el cariño que rápidamente fue acumulando; le acompañó a comprar un libro de Geografía Política hasta el sur de la ciudad, valiéndole un comino que ya fueran las 7:30 de la noche y que la noche se haya desplomado tan abruptamente, dentro de la librería quiso invitarle un café sin lograr una respuesta positiva a su invitación, ella inyecta miedo.


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    Tiempo después, el maestro de Política y Sociales cantó una canción, que a todos dejó atónitos, por esos días de febrero, todos estaban enamorados, Lucio comienza a sentir la molestia de la mujer morena que lo provoca, y de la dulce y adolorida que apareció para marcarlo después; claramente ve el rostro de su dama quebrarse, y observa una lagrima brotar y juguetear en sus pupilas, él se contagia de esa infección de sentimiento; el maestro sabía de los romances por los pasillos, y observó a los que miraban con devoción al suspiro de su costado.

- He visto a algunos compañeros en este mismo salón, en ocasiones sentados uno junto al otro y que en cuanto uno de ellos se descuida, comienza la otra parte a mirarlos, no se hagan... ¡Los he visto! Y por eso, les voy a cantar la siguiente canción así que les pediré que no me graben porque me daré cuenta -  

    ¿Alguien se sintió aludido por ello? Claro, probablemente había algo ahí entre sus preferidos que eran Lucio y Mónica, a quienes seguramente vio que la parte masculina no dejaba de observar cada que podía a su compañera de al lado; mientras el aire susurra su trágico advenimiento, la clase de Derecho aguardaba para castigarlos, con preguntas tan aburridas, como si fuera divertido terminar con la muñeca hinchada y los tendones entumecidos por la escritura sobre la línea que divide al Derecho Civil, del Penal y del Laboral. Ya en la biblioteca se hallan, termina el examen, es obligada la espera que realiza él para ella, como en todos los exámenes, él aguarda afuera del salón, en el pasillo siente el aire frío por sus brazos bronceados, la espera, pues en todo el año, hicieron lo mismo, siempre se esperaban al acabar el examen, ya sea para comentar sus respuestas, o para que él se deleitara con su perfume, sus ojos y el verde de su suéter.

    Con cuidado sujeta la mochila, quizás pensó que sería buen detalle y una forma de relajar su tarde si le hacía un presente a ella, el examen fue complicado y tardó toda la madrugada haciendo un pergamino hecho de papel albanene; runas, espirales, formas circulares, y unas palabras sumamente obvias, eran el sinónimo de un corazón que no hallaba la manera de exprimirse y el cual, no dejaba de sangrar; han pasado 6 meses y faltaban 3 para culminar todo.

    Simplemente la ve ir, la aborda, la sigue por el rastro de su perfume, se limita a nombrarla, le entrega el rollo, cerrado con un listón rojo, vino, que sé yo, es un color sangriento y tan pasional, en una hoja casi transparente, grabada de tinta negra, tenia distintos significados. Una semana después, la ausencia de Mónica se comenzó a hacer patente, nadie sabía de ella, menos él. El profesor de Sociales le pregunta a Lucio sobre el paradero ya que, esas faltas le estaban costando la baja de la clase y al ser el único al que se le pegaba, solo a él recurrieron para querer saber de ella; él comenzó a enviar mensajes y correos, hasta que en uno respondió, era el 2009, había epidemia y todos permanecieron encerrados por un breve periodo, ella respondió y fue el mensaje más feliz que se recibió hasta entonces, pero ahí acabó. 


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    Ahora que el tiempo transcurre, sabe que tiene una infinidad de recuerdos de ella; sabe que cada que oye a Led Zeppelin o a Pink Floyd, su memoria se vuelve una corriente de agua azul, transparente y fluorescente que lo arrastra por una gruta hacia una luz; en realidad, nunca supo ella, que la canción en ese pergamino fue inspirada, en la canción mas doliente, del cantante mas aberrante, fundido con sus sueños de tenerla en sus brazos.

    Nunca supo que "All My Love"  de Led Zeppelin le recordaba a ella, nunca supo que una tal Elena le había ofrecido el refugio en sus brazos y el calor de sus besos en una tarde de Coyoacán, y jamás supo que la rechazó pensando en ella, en Mónica; nunca supo las maravillas que creó en él, en años se había parado dentro de una biblioteca, jamás llegó a hacer la tarea tan bien como cuando por las noches se acercaban a platicar y a hacer los trabajos de Sociales urgentes para el día siguiente; nunca supo cuanto la quiso, y cuanto le duele saber que lo único que tiene de ella, es una misiva por correo.

    Ella pensaba, que Lucio no se sentía apreciado por ella, Lucio no sabia lo que Mónica guardaba en su interior; ella pensaba que no  le era suficiente lo demostrado en todo ese año, Lucio siempre tuvo en cuenta gracias a los rumores, que ella si lo tenía en mucho aprecio... El lo sabia a la perfección y con eso le bastaba.

    Lucio, se acerca al borde de la marquesina, respira el aire, mira el cielo, el ocaso, las nubes y el Sol brillando en las palmeras, adora aún mas esta época del año, por el recuerdo de ella.

3 may 2010

Collar de palabras.



I

Cogí una aguja,
hilo negro,
y con los retazos de mi alma,
que regados dejaste,
me hice una cobija,
para que del frio pueda cubrirme,
y evitar que lo que de mi resta,
no se rompa ni se congele.

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II

Éramos dos corazones,
y de tanta ceguera estuvimos enteros,
y por nuestras extrañas situaciones,
nos vimos separados,
fuimos rotos en partes iguales,
y en partes desiguales unidos,
formando una joya de brillantes,
y de enormes diamantes,
de vistosos adornos,
y de metales inquebrantables.

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III

Me cansé de mirar al congelador,
me cansé de caminar sin destino fijo,
harto de pisar azulejos fríos,
y de regocijarme en el frio de este lugar,
me lleno de temor,
como como el vacío del vaso,
me cansé de esperar a la luna salir,
de cualquier manera,
saldrá y me alumbrará,
me cansé de esperar bajo la copa,
me cansé de suspirar a aquel humo,
y me irrito al ver el espectáculo terminar,
cuando el Sol decide ocultarse,
tomando mi medallón,
pisando por el charco seco de sangre,
empolvando sueños,
sacudo a los zapatos de la imaginación,
gritándole al viento,
rogando hasta desvanecerme,
cerrando los ojos al humo,
bloqueando mi nariz para no estornudar,
y pensar erróneamente,
que de entre las supersticiones tontas,
cada estornudo,
es un signo de que se me recuerda.

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IV

Y en el error me hundí,
cierto es que la primera vez,
aprendí a querer,
y a ser apreciado. 

Mi imagen fatal,
me impidió arrinconarme en brazos de la miel,
me impidió otro recuerdo, 
vivir, sentir,
percibir que el olor de las flores negras,
era mas fuerte que el de las flores rojas. 

Flores de sangre que me calumniaban,
al mirarme al espejo,
golpeándome contra la pared,
exprimiendo mis lágrimas.

Y de esa suerte que tuve a bien probar,
caminé entre los arboles del recuerdo,
enredado por otras manos,
que me disparaban al cielo. 

Y en mi infierno vi a los patos nadar,
en el lago de la falsedad,
de unas emociones irritantes,
inepto quizás me vi,
al aceptarla en mi purgatorio,
sabiendo el martirio que provocaría. 

La infancia se resistía a abandonarme,
y su infancia me atrapaba,
mi impureza infantil y mediocre,
me inspiraba a querer explorar terrenos,
que eran imposibles de habitar. 

La banalidad de mis ojos,
no me dejó ver mas allá de los pies,
no me permitió permitirme,
soltar la cruz de mi sufrir,
por un amor pasajero,
y duradero en el dolor.

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V

Debo aceptar que me gusta tu forma de pensar,
ser sensible a lo que los demás sienten,
enfocarte en buscar solución a los irremediable,
dedicarle tanto tiempo al dolor de amar.

Pero estoy en desacuerdo,
que vayas contra la corriente,
y que pienses que lo real es ridículo,
y que ser realista es lo peor.

Estoy en desacuerdo que quieras contrariarme,
para querer complacer a las mentes absurdas,
pensando que es sano ayudarlos a ver la luz,
cuando en su habitar hay cristales de sodio.

Quieres lanzarte al vacío de la comprensión,
y a cambio encuentras involución,
me reprimes la idea de ser un impermeable,
para evitar que la locura me moje,
piensas que de ti sigo embrutecido,

Y sin embargo,
de entre mis manos ya he sacado una navaja,
para cortar lo ultimo que dejaron tus palabras,
para rebanar tu negación a acompañarme,
pues en esta cruda navidad que pasó,
hiciste mis días similares,
al sonido de una guitarra bajo la lluvia.

Y no es que me importe en demasía,
era mejor a soportar tu alma vacía,
estoy de acuerdo con tu sensibilidad hacia el mundo,
estoy de acuerdo en que hayas rechazado mis abrazos,
en que hayas volteado la mirada hacia otro ángulo,
para evitar que te calentara las manos en este invierno,
estoy de acuerdo que me hayas dicho que no,
caminando a oscuras por el boulevard,
rogándome la oportunidad de no molestarme...

No te preocupes,
no molesto siempre que haya una barrera,
indestructible quizás,
lo dijiste todo en la víspera de navidad,
y con mi navaja, dos meses después,
decidí romper ese hilo de cobre,
que me mantuvo unido a ti,
y que por un corto tiempo,
me hizo brotar en ira.

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VI

Quizás sea muy noche,
quizás importuné demasiado,
no puede ser posible,
y estoy a punto de tirarme al abismo.

Un malentendido quizás,
una llamada sin hacer,
un llanto que no brota,
una mirada que arrulla tristezas.

La sordera del silencio,
me nubla la vista,
el desasosiego me envuelve,
en frazadas de dolor.

Un dolor sin sentido, quizás,
una molestia reprimida,
no debí haber dicho ni hecho nada,
para no molestar, quizás.

Un malentendido,
que se encierra en ámbar,
que se mezcla con el susurro del viento,
y que se estrella al caer en la verdad.

Estoy llegando al final de mi karma,
y mi prueba se ha dispuesto contra mi,
entiendo lo imposible de las cosas,
y de lo posible de lo demás.

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VII

Y los coros celestiales,
cantan al ver mis labios curarse,
y los principados y potestades,
se inundan en calor,
cuando la luna me llena de verdades.

Me harté del dolor de otra partida,
y en la pista me enrolle de una hiedra,
soy incapaz de describir todo,
cuando me veo partir de cero,
arrodillado entre el tumulto.

Y los Ángeles se visten de gloria,
mientras los Arcángeles en el mar,
sus trompetas oigo sonar,
cuando me abraza ahuyentando al diablo,
que se comía lo poco que de mi quedaba.

Desde el trono celestial,
brindan con vino,
danzan sobre el cielo,
y hacen a las estrellas parpadear,
mientras en la tierra,
uno de sus hijos ve morir su dolor,
que parece querer revivir,
con cada retazo de ausencia,
y se extingue con cada vistazo a su apariencia.

Desde el cielo me ven reír,
desde el cielo se cierra el infierno,
el purgatorio se vacía,
mientras vivo la felicidad en la noche.

Y los querubines y serafines bajan,
de los hombros me toman,
toman la forma de una mujer,
que enreda sus dedos contra mi,
que es como el sol en la selva,
y fresca como el rocío de la madrugada,
y claroscuro como el ocaso.

Y los coros celestiales,
cantan al ver mis labios curarse,
y los principados y potestades,
se inundan en calor,
cuando la luna me llena de verdades.

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VIII

Estoy perdido,
entre la soledad de la playa,
a medianoche y a ciegas,
me lancé al mar,
queriendo buscarte,
sin lograr encontrarte,
nadando entre delfines,
me transformé en una perla,
que flotó hasta la costa,
y yace ahora perdida en la arena.

Y te veo llegar,
caminando en la playa,
mojando tus dedos,
haciendo en la arena agujeros,
la corriente me lleva,
y de nuevo me regresa,
espero con ansia,
el momento en que cruces
y siento hervir,
al mineral que llevo dentro,
cuando te veo y no me miras,
pues es el miedo que tengo,
al pensar que ante tus ojos,
quizás solo soy una perla,
que se pierde entre la espuma.


5 abr 2010

En la plaza... (Sé que no vendrás)



Estoy aquí, sentado bajo un árbol que me cubre del inclemente sol, es un día soleado, es sábado y habíamos quedado de vernos aquí, en este punto, en la hora y fecha acordados, y me siento completamente alegre pensando que en cualquier momento aparecerás.

    Tras las colinas veo unas nubes, se miran tan simpáticas, es imposible que esto se arruine, haya nubes o no sé que tendrás que aparecer por alguno de los extremos de ese lugar, sé que no fallarás, y sé tampoco que no faltarás a una invitación como ésta, por que sé que no te resistirás a una caminata por el lugar platicándome de algo, por que sé que siempre tendrás algo que contarme.

    Veo a un perro de la calle jugando con unos niños, el perro no es agresivo y busca compasión en las miradas y en los juegos de aquellos infantes, pero después de algunos minutos es ahuyentado por los padres de éstos. Y sigo mirando al reloj, veo a las luminarias de la calle y poco a poco noto que el tiempo transcurre de forma inmediata, no sé por que no me desespero, es algo raro en mi, ni me preocupo por ello, pero sigo observando a las cosas que ocurren alrededor; miro al policía rodeando el lugar, veo a las parejas caminando, veo a los ratones huir entre los paseantes y turistas, tratando de llegar a la grieta mas próxima para guarecerse.

    Saco mi cigarrera del bolsillo de mi pantalón, saco un característico encendedor transparente con la flama al cien, el clima es templado, es agradable, y las nubes poco a poco lo cubren todo, por lo menos y para mí es aun mejor, y si lloviznara un poco y mojara la tierra y esta soltara su aroma a petricor, sería una imagen inolvidable, agradable, caminar entre pequeños charcos, sentir el perfume de la tierra, y la humedad subiendo por nuestras pieles, mientras las palabras siguen sus respectivas direcciones. El día clama con piedad que aparezcas, pero el tiempo sigue su curso, y no hay señales de tu proximidad, no hay algo que me aliente a pensar que todas las cosas que hace rato vi, sean algo que yo pueda materializar contigo.

    Sé que puedes estar a medio camino, apurada, pensando si no estaré molesto por la demora; sé que quizás estas pensando en las cosas que nos contaremos, sé que mientras pienso todo esto estarás dando la vuelta detrás de los muros blancos de la iglesia buscando a la primera figura solitaria que veas fumando bajo un árbol, mirando el reloj con un rostro de fastidio, y que estarás próxima a dar una disculpa por ese enorme retraso. Las nubes lo han cubierto todo, el hombre que vende artesanías y pulseras se encuentra a mi lado con su manta, vendiendo inciensos de mirra, almizcle, opio y flor de loto, y hacen que las nubes tengan una entrada triunfante a punto de liberar esos agradables aromas, y me regresan de nuevo a la ilusión de verte llegar con esa ropa tan característica de tu parte, con un morral color rojo colgando de tu hombro izquierdo.

    Pero ya llevo mucho tiempo aquí, he soportado la burla del día mirando a las parejas, a mi alrededor yacen tiradas las 10 respectivas colillas de los cigarros y voy por el onceavo cigarro; estoy a punto de acabarme la botella de agua para aligerar mi resequedad por los nervios y que, a tu ausencia, la he utilizado para aminorar la acidez del cigarro en mi boca, Ha "chispeado", mis rodillas se mojaron levemente, hay pequeños charcos en el suelo rojo de la plaza, los pichones acuden a ver los despojos de la lluvia, los faros comienzan a encenderse a pesar de haber todavía luz, las nubes son cada vez mas oscuras, y quien estuvo aquí hace rato y quien ya se va, me mira con cierta extrañeza y sorpresa.

    Pues sé que ya no vendrás, creo que debí haberle hecho al presagio sobre tu ausencia, sé que no vendrás, por que no atendiste a mi llamado; sé que no vendrás, por que prometiste llamar, y no lo hiciste. Sé que no vendrás, por que algo mas se te presentó en el camino y la próxima vez que yo intente llamarte, me dirás una astuta, pero tonta excusa para justificarte.

Sé que no vendrás, por que nunca hice tal invitación.

24 mar 2010

El viaje.


Se me había ocurrido salir con ella, le propuse un viaje por carretera a un lugar que siempre quise visitar; subo al auto, me dirijo hacia su casa en uno de los barrios más horrendos de esta ciudad, surrealista cuna de bestias de las que pudieron haber emergido de la mente de los Hermanos Grimm, y yo luciendo mi auto nuevo; es diciembre y es aburrido, he hecho de lado cierta remembranza que me atormentaba por años. Ya íntegro, tomo el volante, diviso a los extremos de la calzada, me pongo a pensar en serio si todo lo que dije aquella vez en los versos sobre nuestra primera visita a aquella plaza, no fueron producto de un intento por liberarme de mi soledad.

    Es que, aquél encuentro en el subterráneo fue tan repentino y a la vez sorprendente, habían pasado tantos años desde la ultima vez que le vi en aquel patio de la escuela, en la clausura de clases y nuestra despedida de entre el selecto grupo de ñoños que portaban la bandera; y después de unas cuantas salidas tuve que admitir dentro de mi que esa emoción por fraguar un futuro prometedor a su lado se iba desvaneciendo, aunque aún quería permanecer la intención, pero ya era algo inexplicablemente tonto, era como aferrarme.

    Y así, sigo revolviendo mis sesos a la vez que doy vuelta a la derecha, cruzo un semáforo y casi atropello a una anciana que tuvo a bien atravesarse la gran avenida justo cuando el semáforo acababa de marcar el alto y sin problema alguno llego a su edificio, está ahí en la entrada, sube de inmediato al auto y nos dirigimos por vías alternas al sur, pues la Ciudad se ha llenado de tanto, y tantos.

    Una vez llegados al Periférico, se me ocurre conectar el dispositivo en aleatorio; la música transcurre lenta, por lo menos para el viaje está bien y para mí, aunque ella quería opacar la música con sus oquedades verbales, intentando tapar los agujeros imposibles de rellenar por mi.

- ¿Y qué te pareció la fiesta de Giselle - dijo, forzando al quebrantamiento sonoro del auto.
- Pues muy bien, digo, la bebida corrió, estuvo mejor que lo que esperé, la verdad tenía tanto tiempo de no disfrutar así un buen licor, creo que desde aquel día que fuiste a la casa con Sara - respondí un tanto forzado.
- Pero tu no parecías pasarlo del todo bien ese día, te sentí extraño conmigo, todos estábamos platicando de cosas, y tú con tu molestia ¿Qué ocurría? -

    Lo que no podía hacer evidente ese día, es que de un tiempo hasta entonces me había fastidiado saber tanto de ella, no encontré los perfectos pretextos para explicar el porqué ha entrado el arrepentimiento por esos versos que le escribí, por aquél dibujo que regalé en una hoja cuadriculada, sentí asco y arrepentimiento por todos los recuerdos que se habían salido de su cauce, y que me hicieron escuchar la música de aquellos días y ver aquellas fotografías de la graduación. En efecto, di todos esos detalles esperando recibir una respuesta satisfactoria, pero no recibí nada a cambio, más que una libretita de recuerdos colmada de estupideces relacionadas con una antigua relación que había dejado heridas y que aun la tenían colmada a 7 meses de haber ocurrido.

    Cuando le declaré mi admiración, de su parte recibí también una serie de disculpas, unas gracias por la atención y una súplica para no enfadarme ante la negativa de su respuesta, y al contrario no lo hice, seguía con la esperanza de tener algo en un futuro... Pero el desencanto me venció y el aburrimiento también, estaba fastidiado de lidiar con mujeres que no pueden lidiar con sus propios traumas y sus miedos, con aquellas, que no pueden oír de una relación sin que comenzaran con remembranzas acerca de una posibilidad de estar "a punto de casarse y que se sentía feo el truene"; ellas ya me habían generado tantos problemas en el pasado.

- Oye ¿y a donde vamos? -
- ¿Eh?- frunciendo el ceño, con la distracción, no supe ni que había dicho, - A Taxco, ¿te parece?-
- "Pus si" -

    Y miro al carro que nos lleva delantera, está nublado, y suenan las campanadas de "Plainsong"; su mueca de fastidio está colmándome la paciencia desde Plaza Inn, creo que no debí haberme líado ese porro después del desayuno, por alguna razón la cabeza me duele, y no sé si atribuírselo a la hierba o al fiestón con mi hermano, el punto es que me está agotando la paciencia. No puedo verla siquiera a la cara porque hay algo en su rostro que me molesta, quizás también fue un error creer que los sentimientos dulces eran la aplanadora en la terracería de su maldito rostro, esos ojos de soberbia y de somnolencia me van enervando en demasía, los granos de su cara ya me son insoportables y asquerosos.

    Estamos en la caseta, el Sol ha salido una vez más, me agrada la idea de ir a Taxco a desestresarme, a despabilar mis ideas y reavivar algunas otras por ahí ocultas, y pensando en otros planes para completarme al 100%; Ariana me espera al regresar del viaje, aunque sea para que yo la admire por un ratito, en lo que salgo a la calle con el único pretexto de verla por ahí, recordando su simpatía y su sonrisa al verme pasar, quizás, Ariana sonría a mi miedo y a mi timidez.

    Manejando, despierto a la realidad, desaparece la nube que me envolvía, estoy conviviendo con una persona que me ha dejado de agradar, no entiendo los porqués de haberla invitado a Taxco si ya no me interesa su persona, quizá vi la posibilidad con ello de reanimar el cariño que quería entregarle enteramente; sigo manejando, el terreno se ha vuelto escabroso, muchos tráileres han descompuesto la carretera, Caifanes llega a salvar el momento, de repente a José José, por momentos hay algo Bowie, hay Velvet Underground, Led Zeppelin, Jaguares, quienes me encantan por el hecho de salir de la Ciudad con un rico Sol, que se complementan perfectamente; continúa "Sin Querer" de Fobia.

- Y ¿Qué música traes? ¿Puedo ver?-
- Sí, claro, nada más con cuidado, que el cable tiene un falso y se me va la música para lo que resta de viaje -
- Veo que eres afín al rock de los ochentas ¿verdad?-
- Si, mi madre tiene la culpa... - suelto una carcajada igual de forzada como mi intención de salvar lo mío con ella.
- "El Reino Perdido", ¿la pongo? -
- Si, adelante -

Y suenan las notas de un sintetizador desbordante y desesperado, me agrada la música de ese grupo, me cae bien el viaje y por momentos me olvido que esa persona es aterradora. Pero me hace pensar más en Ariana, el sólo hecho de haberme llevado a la persona equivocada.

- ¿Quiénes son? -
- Son Santa Sabina ¿los habías escuchado antes? Son de la era Caifanes -
- Mmmm, no, no lo creo -

    Todo bien, me relaja esa música; hay curvas, el carro se desliza sobre la carretera como cuchillo caliente en la mantequilla, el calor está padre, no estuvo tan mal llevarme aquellas bermudas y mis Vans, la lata de cerveza se disfruta mejor, pero mis odiados cigarrillos se van guardando para un clima más propicio para el humo.

- ¿Puedo cambiarle a la música? -

El súbito apagón de la canción que, no había llegado ni a los 2 minutos, hizo que en mí se despertara un monstruo que iba gruñendo y salivando mostrando sus dientes, se percibió un silencio fervientemente incómodo.

- ...Bájate del auto.
- Pero...
- Es en serio, bájate, por favor.

    Sin mediar antes una advertencia, con un subidón de sangre en la cara y la zona del cuello molestándome, la bajé a media carretera en el ardiente Sol, no podía estropear ella mi viaje así... Ni yo permitirme arruinarlo.

    Sobra decir que caminó dos horas para llegar a una tienda local, y hablar por teléfono para que su "exfuturo marido" fuera por ella, desde luego, ella argumentó que se perdió, pues el platicarle que iba con alguien más, le destruiría toda posibilidad de un regreso.

19 feb 2010

Las cuerdas...

 


Se oculta bajo insinuaciones, 
se hacen presentes, 
hacen que la sangre hierva, 
que la imaginación sobrevuele la realidad, 
el instinto desata aquellas cuerdas, 
que la verdad logró amarrar.

Se pierde en la luz, 
aparece en la soledad, 
posee a la mente y la domina, 
la física pierde cualquier sentido, 
y se vuelve pasiva.

Porque una posesión me invade, 
totalmente te cubre del frío, 
hace de compañía de día y de noche, 
y suelta las riendas de la desesperación, 
pues, de colores son sus ataduras, 
ocultas en los pliegues de mi deseo, 
fugaz es su cuidado que pronto al suelo terminan, 
la blancura de una sensación, 
que pronto termina enrojecida.

Sobre la mesa se han puesto los cubiertos, 
las puertas se han abierto, 
el calor de un hogar imaginario se hace presente, 
conforme el tiempo transcurre, 
poco a poco se torna distante. 

Las ataduras siguen tiradas en el piso, 
la caminata transcurre tranquila, 
simultáneamente a la exploración, 
se escuchan crujidos y sollozos, 
sollozos que atemorizan, 
sollozos que provocan curiosidad, 
atenúan a la cordura, 
la mesa cambia de posición por sí sola, 
se voltea, de forma cambia, 
las cuerdas permanecen aún en el suelo, 
un choque de suspiros 
polos opuestos que se atraen y forman una figura, 
singular, poseedora de peculiares sensaciones. 

Derriba muros, 
pilares de blanco mármol, 
rosas que pierden sus pétalos al ritmo de la ráfaga, 
la tormenta que adora en demasía, 
a la nube que sobrevuela la pradera, 
mientras las cuerdas permanecen tiradas, 
absortas a las formas y posición al suelo, 
aquellas cuerdas que al estar ahí, 
no ataban las coyunturas de aquella madera, 
han sido extraviadas y encerradas en el recuerdo. 

Y con el fiero aroma del bosque, 
del que fue cortado aquel árbol, 
dio vida a un viejo mueble, 
que ahora se halla hecho pedazos, 
porque la sangre hierve, 
y el alma pierde contra el cuerpo, 
ahora las piezas se hallan regadas, 
no hay remedio a la destrucción, 
no hay vida, solo agobio. 

Y del cansancio que brotó de las neuronas, 
hacia el cuerpo físico.