5 abr 2010

En la plaza... (Sé que no vendrás)



Estoy aquí, sentado bajo un árbol que me cubre del inclemente sol, es un día soleado, es sábado y habíamos quedado de vernos aquí, en este punto, en la hora y fecha acordados, y me siento completamente alegre pensando que en cualquier momento aparecerás.

    Tras las colinas veo unas nubes, se miran tan simpáticas, es imposible que esto se arruine, haya nubes o no sé que tendrás que aparecer por alguno de los extremos de ese lugar, sé que no fallarás, y sé tampoco que no faltarás a una invitación como ésta, por que sé que no te resistirás a una caminata por el lugar platicándome de algo, por que sé que siempre tendrás algo que contarme.

    Veo a un perro de la calle jugando con unos niños, el perro no es agresivo y busca compasión en las miradas y en los juegos de aquellos infantes, pero después de algunos minutos es ahuyentado por los padres de éstos. Y sigo mirando al reloj, veo a las luminarias de la calle y poco a poco noto que el tiempo transcurre de forma inmediata, no sé por que no me desespero, es algo raro en mi, ni me preocupo por ello, pero sigo observando a las cosas que ocurren alrededor; miro al policía rodeando el lugar, veo a las parejas caminando, veo a los ratones huir entre los paseantes y turistas, tratando de llegar a la grieta mas próxima para guarecerse.

    Saco mi cigarrera del bolsillo de mi pantalón, saco un característico encendedor transparente con la flama al cien, el clima es templado, es agradable, y las nubes poco a poco lo cubren todo, por lo menos y para mí es aun mejor, y si lloviznara un poco y mojara la tierra y esta soltara su aroma a petricor, sería una imagen inolvidable, agradable, caminar entre pequeños charcos, sentir el perfume de la tierra, y la humedad subiendo por nuestras pieles, mientras las palabras siguen sus respectivas direcciones. El día clama con piedad que aparezcas, pero el tiempo sigue su curso, y no hay señales de tu proximidad, no hay algo que me aliente a pensar que todas las cosas que hace rato vi, sean algo que yo pueda materializar contigo.

    Sé que puedes estar a medio camino, apurada, pensando si no estaré molesto por la demora; sé que quizás estas pensando en las cosas que nos contaremos, sé que mientras pienso todo esto estarás dando la vuelta detrás de los muros blancos de la iglesia buscando a la primera figura solitaria que veas fumando bajo un árbol, mirando el reloj con un rostro de fastidio, y que estarás próxima a dar una disculpa por ese enorme retraso. Las nubes lo han cubierto todo, el hombre que vende artesanías y pulseras se encuentra a mi lado con su manta, vendiendo inciensos de mirra, almizcle, opio y flor de loto, y hacen que las nubes tengan una entrada triunfante a punto de liberar esos agradables aromas, y me regresan de nuevo a la ilusión de verte llegar con esa ropa tan característica de tu parte, con un morral color rojo colgando de tu hombro izquierdo.

    Pero ya llevo mucho tiempo aquí, he soportado la burla del día mirando a las parejas, a mi alrededor yacen tiradas las 10 respectivas colillas de los cigarros y voy por el onceavo cigarro; estoy a punto de acabarme la botella de agua para aligerar mi resequedad por los nervios y que, a tu ausencia, la he utilizado para aminorar la acidez del cigarro en mi boca, Ha "chispeado", mis rodillas se mojaron levemente, hay pequeños charcos en el suelo rojo de la plaza, los pichones acuden a ver los despojos de la lluvia, los faros comienzan a encenderse a pesar de haber todavía luz, las nubes son cada vez mas oscuras, y quien estuvo aquí hace rato y quien ya se va, me mira con cierta extrañeza y sorpresa.

    Pues sé que ya no vendrás, creo que debí haberle hecho al presagio sobre tu ausencia, sé que no vendrás, por que no atendiste a mi llamado; sé que no vendrás, por que prometiste llamar, y no lo hiciste. Sé que no vendrás, por que algo mas se te presentó en el camino y la próxima vez que yo intente llamarte, me dirás una astuta, pero tonta excusa para justificarte.

Sé que no vendrás, por que nunca hice tal invitación.