8 feb 2022

La navaja.


 Llevamos dos meses y 5 días desde ese día, por aquellos días, comprendí que era necesario e inevitable el decir "adiós", y que el precio de mi dolor fuera tener que recordar con ardor en el alma y con un agujero que cala "El beso" de Gustav Klimt y ya no imaginarnos ahí, pues en una suntuosa imaginería mía de ser tú y yo perdidos en algún museo o vueltos a perder en alguna calle del primer cuadro de la ciudad, me tenté a esa incesante de rehabitar el cuarto en el que me veía a tu lado. Ya de por sí, eras imposible antes de conocerte, y ahora a tu lado y a unos cuantos metros, a veces, lo eres más. 

    Ahora, nos vemos por las ventanas del Metrobús, es un día helado de enero, ha pasado un largo trayecto en que nos hemos visto tragándome las lágrimas hasta desaparecer a gritos. Pero sé que más adelante me tendré que sacar esto, aunque pasen meses, aunque pasen años, aunque tenga qué ocupar la presencia de otra persona y no sea suficiente rellenar ese agujero. 

    Que a mi soledad solo le cambie el disfraz, para despegarte del alma y el coraje que esta otra persona me genere me hará acudir a tí; aunque cualquier intento de cercanía sea suprimido por un choque en que no deje de sentirte como un elemento repelente y así confirmar, que nunca hubo conexión alguna más que la superficial, o quizás sí pero se acabó deteriorando. Y sé que me reiré, o escribiré años más adelante de esto, queriendo hacer patente un intento nuevo de querer deshacerme de este bulto. 

    Ha sido una tarde extenuante, latente está la presencia de un mal en el aire, muchos están muriendo en el oriente, y seguro aquí habrá muchos; sé que mis quiebres anímicos tienen que ver con esa necesidad de querer llenar las oquedades que un "ya no me beses" dejaron, pues al recibir esa solicitud he decidido no ser una molestia y hacerme a un lado no sin antes refrendar mi apoyo con la finalidad de que resuelvas lo que llevas pendiente, ya no por mí, si no porque te quiero tanto que me interesaba verte íntegra, aunque no estés conmigo. Esta noche, por la ventana del autobús, se ha prestado para reencontrarme con cosas que creía recordar, y que acabé no haciéndolo. Es viernes y me he dejado llevar por una avara sed de beber y beber, la universidad no se había puesto tan interesante e intensa. Mi amigo El Principito, me llevó a beber con su rosa y con una persona incómoda; éramos 4 y fue bueno. 

    Con unas cuántas botellas, y siendo las 8 de la noche, la compra y la indecisión por el plan aplazó más el tiempo de disfrutar de todas esas cosas que quería llorar por dentro y acompañarlas de dulzor y licor, si acaso a partir de que decidimos hacer algo, tendré unas 3 horas hasta que emprenda el camino a casa, pues iré de polo a polo. 

    Ya en ese lugar, creí que esto estaba pasando hasta que me preguntaron por ti, y quise negarlo todo, quise ser Pedro al negar a Jesucristo solo que aquí, sí fueron tres ocasiones de negarte, y no fue antes del amanecer. He escuchado y discutido respecto a la situación de "El Principito y su flor", qué bonito saberles juntos, se veían bien, y yo que era el más interesado en tenerlos así. 

    Soy (somos) el "Hombre de la marcha", dejé de ser un "duende chiflado" en el momento en que apostados en aquél balcón del edificio gris que nos cobijaba, en donde me tomabas fotografías, y jugando a que me querías besar y yo de quedarme con "la trompa parada", tomaste la decisión de decir que ya NO. Entonces, yo y mi otro yo, nos envolvimos en una labor dolorosa para despegarme de ahí y que se logró concretar cuando ya dejé de ser visible en muchos aspectos, y así lo he querido hacer. 

    Ahora, estoy en un pequeño cuarto, como un desván, acogible, tengo luces led, un clóset que da muro a una cabecera de una cama, como un camarote. En rueda me preguntan por ti, lo niego todo, y cuando ellos sacaron esos temas que creí solo tu y yo sabíamos a detalle, por haberlos vivido en ese momento fue que me inventé una historia en que no debía quemarme, mucho menos quemarte. No he tenido el alma para admitir que fui un intruso, y que tú accediste con ciertas reservas a ello... No se develaron detalles pues no había qué, para ellos "muchos vieron lo ocurrido", "hablaron de ello", "veían el contacto o cercanía" que había entre nosotros, la supuesta química habida.  

    No bastará recordar eso una vez más, traigo los ojos ardiendo por la sal de mis lágrimas, conmigo el frío de una noche en que, por mi confianza en el clima de hoy me hice no portar un abrigo, y tirito encogiéndome, abrazándome en un rincón de una ventana con mi mochila a medio galope entre cobija, y refugio. Al contar los motivos que me han hecho ya no ser contigo, sentí que algo que estaba apenas cerrando se comenzó a rasgar. Mi sutura comenzó a supurar, no pude evitar sollozar cuando salimos de aquél cuarto. ¡Qué vergüenza! Y qué molestia para ti. Saber que alguien estuvo así de perdido por ti, pero la culpa no fue tuya, simplemente me encariñé con una idea. 

    En este tramo doloroso he hallado personas con las que pocas veces pude congeniar, pude establecer una comunicación y una intimidad que no necesariamente requirió un contacto físico, y la sola idea de que eso ya no lo tendría contigo me hizo partirme en pedacitos, y poco a poco fue siendo así, hasta que parte de esos pedazos los pude ir recuperando cuando retorné a ese camino, qué dicha que nadie se paró a recogerlos, quizás no tenían mucho valor, quizás pesaban demasiado y yo solo era el único capaz de recogerlos. No digo que recuperé todos, algunos se fueron desperdigando por toda la ciudad, algunos más se debieron ir por alguna coladera en el centro, o quedaron en alguna colilla de cigarro, probablemente otros sí lograron irse con el viento, como las veces que simulaba conversar contigo, mientras paseaba a mis perros. 

    Me encuentro aquí, de repente alguien del pasado me quiso voltear la mueca al enviarme un dibujo que ya es parte de la arqueología de mi cabeza, y jamás pensé que alguna vez se pudiera conservar un tesoro así de insulso. Pero no es culpa tuya, ha sido el alcohol el que me desató las amarras de ese embutido emocional, y todo se me regó. 

    Sé que en algún momento, me podré reir o quizás no, y prefiera conservarte con la solemnidad que amerita un buen amor, del que no me he quedado con rencores, salvo nuestras actuaciones postreras; sé que escribiré mucho de esto para quizás, poder sacarte de aquí, o simplemente porque me vea en la necesidad de no hartarme de a veces recurrir a este tema. Sé que hoy día, estás en un armario que es memoria de mi suerte, misma que describe que los amores que mejor conservo, fueron aquellos que no llegaron a más. He hecho de esos eventos algo místico pues todos llegaron con una diferencia de 8 años, y ahora, ya no espero tanto hallar algo así, o quizás sí, y por eso decidí aplazar cualquier movimiento con alguien a 8 años. 

    Querré recurrir a tí, pero no podré acercarme hasta que mi cabeza me haga verte de otro modo, y es mejor así. Te prefiero a la distancia, a esa cercanía que pica o que te incomode, pues yo suelo ser como una maza cuando intentas levantarla y acabas arrastrándola por el peso. 

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