26 abr 2023

Adiós, luz del amanecer, sol tras mi tormenta.

 


Entonces, de todas éstas cosas 
¿qué haré? ¿qué sucederá?
¿Te preguntarás si tu decisión fue la correcta?
Serán algunas horas que no serán soportables,
pasarán los días, las horas, los meses, 
y me hallaré en aquella encrucijada, 
para así, garantizarme la ruta para que todo esto,
en mi mente deje de encajarse. 

Desde aquí, seré una carta sin entregar,
seré una mirada sin llegar a su destino,
quizás un crucifijo, enterrado,
bajo la baldosa de tus olvidos,
una canción que ya no sonará,
una lluvia que no amainará.

Y, mientras tanto,
habrá que vertir limón en las heridas,
será cada que quiera recordar lo bueno
y así, confirmar que siento, que estoy vivo,
que errar es de humanos y que los tropiezos,
son alimento de la vitalidad en la oscuridad,
aunque me sienta morir.

Seguro me pondré como vendas o "curitas"
la letra de alguna canción que duela,
el nombre de otra persona,
el perfume del dolor, el del amor pernicioso,
y este modo, poner de pretexto que así,
buscaré la memoria de nuestros días más luminosos,
los más intensos y los más perfumados,
para abrir la compuerta de mi represa,
dejando escapar un caudal de sollozos y mis lágrimas.

Buscaré formas de sacarme esto de adentro,
las fibras del corazón estarán duras,
tales que, cualquier analgésico no podrá controlar,
tendré con seguridad, la manifestación del rencor,
me preguntaré mil y un motivos por haber pasado,
y haberme dejado llevar por este río de aguas turbulentas.

Ciertamente, miraré por el cristal de algún vehículo
con los tapones puestos para que así,
el llanto sea motor y dominio del resto de mis actos,
vaticino los largos paseos en repetición,
y sentir ese escalofrío que me recordará,
que nada de lo que forma parte de ti,
estará ya conmigo.

Me quitaré la idea de pensar
que te veré iluminada al malva del amanecer,
bañada de tu característico perfume,
arropada por el olor matinal del pan,
me olvidaré del poderoso gozo,
de la llamada por la tarde,
 iluminando así mi oscuridad,
vía tu persona, recordándome mi primera infancia.

Procederé a retirarte todas las canciones dedicadas,
las no dedicadas también,
sabiendo que estas, estarán más arraigadas,
a los tiempos más allá que a tu persona,
y que de este modo, 
sean medio de llegada tuya a mí.

Ya no habrá pistas tiernas,
voces suaves que me regresen a ese fulgor tuyo
a ese dolor mío, lo cubriré de sosiego lírico,
querré olvidar y seguir tus pasos,
borrarte de mi mente, tu risa y tu voz,
porque como tú, sé que ya no volverás,
pues así, velarás por la permanencia de las flores pintadas,
falsas eflorescencias de una brisa fría,
flores pálidas y marchitas las que te rodean,
y así, esas canciones que dejaste,
súbitamente, fingirán que nada ha ocurrido.

Me costará verte fuera de nuestra prisión matutina,
sé que ya al salir, será del brazo de alguien más,
o por las noches, compartiendo las risas y carcajadas,
mientras hallo la forma de colocar suturas lineales,
a un corazón que fue deshilachado,
mientras la vida se va por tu querer,
y se esfuma en altas bocanadas,
beberé cerveza con sabor a lágrimas,
pasaré años con un luto marcado,
y te veré siendo señalada como territorio cuando,
de lejos, perciba el asedio de tus ojos.

No habrá forma de ocupar tu corazón,
no habrá más oportunidad de evitar enloquecer,
que te quedes, se habrá vuelto un imposible más,
e intentaré buscarte tratando de rescatar algo,
con la esperanza abierta a pensar que,
esta distancia que está por confirmarse,
sería un paso momentáneo para la eternidad,
sin embargo, la soledad, 
con una sábana rosácea de nubes,
ha venido a saludarme susurrando al oído,
que tú, luz de mi amanecer,
sol tras mi tormenta,
se quedará en lo alto, en la hornacina de mi dolor.

10 abr 2023

Perfume de invierno.


Pero, en los momentos en que de noche camino,
en que te llevo como lámpara en mi oscuridad,
aún te hablo, te pienso,
y te siento como si tuviera el sonido de tu voz,
del lado izquierdo,
como una bocina,  
y del lado del corazón.

Inminentemente, agoto mis suspiros en aliento,
y me elevo al recordarte,
pero sucedáneo a ese recuerdo,
cual fotografía almacenada,
iluminada en extremo que de ti tengo,
todos esos suspiros superlativos se reducen a una flor, 
flores marchitas, muégano de ramas,
pues tu atención se asemejaba a un disparo de luz,
tu presencia así se volvía intermitente,
pues, así como podías ser suave para la palabra intercambiar,
podías llegar a ser una intocable navaja.

11 mar 2023

No se puede vivir de supuestos.

 





Yo no sé qué hago recordándote, no sé qué me da por que mi mente trabaje esas escenas cuando hay rayitos de luz golpeando a los feos muros de la vecindad de al lado, cuando el cielo se pinta de color yoghurt de durazno, y al fondo se ven las torres del teleférico con la frescura del aire que me salva del atosigante calor de una era en la que, lo preferible es no seguir dejando descendencia. 

    No se qué me da por seguir creyendo que aún ha pasado un año desde que tomé la decisión en aquél 8 de marzo de terminar, y me ha dado por querer guardar lo bueno de las cosas que compartimos en aquellos años, y de la disonante coincidencia que hizo unirnos.

    No sé qué pasa por mi cabeza, cuando me limité a verte como un enemigo a vencer dentro de mí, como algo que debería pasar al olvido. En algún momento en mí, te consideré de entre las peores cosas que pude haber experimentado. Y de unos años a la fecha, y cuando de repente, hallo alguna memoria en el banco correspondiente de recuerdos (en que los intereses han crecido favorablemente), observo que incluso, las fotos que llegaste a tomarme, se ven borrosas debido a que tu posibilidad de compaginar conmigo siempre se vio enmarcada por reclamos tipo: "¡no puedo creer que esté haciendo esto!", "¡Qué horror!".

    Quererte como lo hice, no pensé fuera un intento de imponerte mi forma de querer; me nacía preocuparme y esperarte fuera de clase y en nuestro pedazo de jardín. Sin embargo, contigo encontré reclamos por querer saber cómo estabas, por llamarte queriendo escuchar tu voz en un arranque de euforia de saber que eras mi compañera y que estaba próximo el fin de semana en que pudiera estar contigo, completamente. 

    No sé qué pasa conmigo que tiendo a recluirme en la obra de Love Of Lesbian, a querer proyectar paisaje en sitios semejantes a los que Haruki Murakami describía en sus novelas, que me hicieran querer caminar si no bajo los cerezos, sí bajo las Jacarandas con alguna canción de esas de fondo y al atardecer. 

    Cierto es también, que cuando decidí acabar con aquello, en 2016, en marzo, dentro de los primeros 10 días, las primeras jornadas posteriores a ti, estuvieron bajo el estigma de un enojo conmigo mismo... Verás: Recordar cómo insistías en que me decidiera a estar e intentarlo contigo y que al paso del tiempo, me demostraras que realmente no te importaba como cuando siendo novios, pensaras que era algo insignificante que bailaras con tu mejor amigo, y que "no negaras ni afirmaras" que entre él y tú hubiera algo ante los demás. O de que en una salida, tú y yo juntos, tuvieras a bien decir que nuestra relación "era como una máquina que parece forzar su paso", es decir, "a la que hay que darle palmaditas para que pudiera andar". O cómo olvidar cuando tras tocar el tópico de la LIBERTAD, me dijiste que "si quería besarme con alguien más, que lo hiciera, que era libre".

¿Que si me dolieron todas esas cosas? ¡Claro! Me dolieron porque en el momento en que las dijiste o las hiciste, pensé que algo estaba haciendo bien, pero me encontraba con alguien que años después confesó que pensaba que "todo lo que queria, era una relación abierta", o que de todas las cosas dichas, "ella solo me vendió la idea, y que yo me acabé comprando todo lo dicho" y con ello, hacerme responsable de que las cosas negativas permearan en lo nuestro, restándote culpa. 

    Volviendo al punto amada mujer de mi pasado, te recuerdo con gratitud, y acuño esa costumbre de recordarte a que todo eso me devuelve a los tiempos después de ti. Si bien, padecí un apego ansioso por todo aquello que veía en tus ojos y escuchaba en el tono de tu voz, dejarte me dejó posiblidades nuevas que, en su momento, sentí como un regalo de la vida. Primero, un ascenso laboral, el hacer nuevos amigos, tener bastante tiempo para mí y zafarme de aquello que me producía nudos en las entrañas, entonces confirmé aquello que me dijeron años atrás de que "a veces, la vida quita, pero también da (y viceversa)", y los momentos en mi trabajo, se complementaron de tardes en que comía lo que quería, disfrutar de los momentos a solas y conmigo o con amigos nuevos. Días aquellos en que salía de noche, miraba a la luna al llegar a casa, y a veces, estar con unas botellas en la mano mientras dejaba sentir el furor que me provocaba esa mezcla de humo y alcohol, y al amanecer, reponerme solo para sacar a mis hijos por la mañana e irme a trabajar nuevamente.

    Mantener ocupada la mente sirve para hacer menos pesado el proceso del olvido, pero es algo que se acumula hasta que como olla de presión, acaba por explotar. Y debo admitir que nunca trabajé en sanar esa herida; por un momento me resultó extraño tener que regresar a eso que era antes de ti. Yo pensé al ver todas esas cosas que tenías ocultas de mí que no había problema, pues antes de tí, "ya era yo", y después de tí, "tendría que cotinuar siendo yo". Volver a ese "yo" de septiembre de aquél año pasado en que entramos a la universidad y quitarme el disfraz de novio cuando ya para la otra persona, supongo ya estaba gastado y harapiento. 

    Tu partida me trajo la vivencia de muchas canciones que llegaron, de otras que se acabaron de asentar en mí, y de muchos colores que ví reflejados en el acristalamiento de algún edificio en Polanco, de muchos olores compartidos y mezclados, el aroma del cigarrillo que me rehusaba a dejar, el aroma de la chocolatera que a las 5 de la tarde seguía emanando sus deliciosos aromas, y el sol golpeando a la fachada gris de aquél estacionamiento que tenía enfrente, a veces volviendo áureos sus colores. Quise incluso tapar el dolor de lo que ví, y viví por cinco meses contigo con la llegada de alguien con quien pudiera sentir que caminar bajo las jacarandas, al ritmo de Love podía ser posible, pero solo quedó una ilusión que no quise que saliera de ese molde casi platónico y que, me hizo menos atirantado ese proceso de avanzar. Supongo, ese cúmulo de cosas vividas entre 2016 y 2017, fueron las mismas que me hicieron recordarte aún más, porque sí, seguro lo pasé todavía mejor, porque muchas cosas se mostraron en mi vida, y porque sí, fui capaz de sobreponerme. 

    Pero también, porque pienso en los rayos de sol que llevaron tu nombre por cinco meses, el interludio que precede al verso introductorio de "Oniria e Insomnia" en el minuto: 01:08, son una remebranza por ejemplo, de las veces que fuimos a tener un momento en que mis luces de artificio, solo se quedaron en pequeños chispazos y no te hice ver los colores que esperabas. También me devuelve a los momentos caminando por aquellas callejuelas del Centro de Tlalpan, entre las arboladas vías de la Condesa, sobre las planicies y taludes verdes del Centro Nacional de las Artes, en los jardines o plazoletas de Coyoacán, bebiendo alguna infusión o quizás, en algún puesto de comida rápida en los exteriores de la Metropolitana, o aprovechando los viernes para fugarnos a alguna sala de cine y tomar algún estreno o en la Cineteca Nacional... O ya más tarde, después de tí, a solas en mi azotea, en el silencio de la madrugada deseando estar en algún balcón en Madrid bajo el haz de luz de esa luna ibérica.

    He descartado de esos recuerdos, la sensación de sentir que te perdía en cada ida a clases, en cada momento en que llegaba a ti con la idea de pasarlo genial e irnos a comer; he despejado de ahí esa ansiedad de sentir que poco a poco te ibas aburriendo de mí y que, asi como pasó con la persona antes de mí, acabarías por hacer lo que Pedro con Jesucristo, negándome; y es que, es una sensación que no me sirve, porque a decir verdad, fuera de la ansiedad y de mis silencios repentinos provocados por ello, me encontré con alguien con quien podía hablar de diversas cosas, sustanciales, sin sentir que en cualquier momento me querría cambiar el tema por aburrimiento, y viceversa. 

    Sentí que podía escucharte y sentir que tu conocimiento era complementario. Éramos la teoría y la práxis. Sentí que en esas conversaciones podía tener un trecho más hacia ti, amaba la sola idea de sentir tus dedos enredados a los míos, cuando me abrazabas y te quedabas pegada porque el aroma de mi perfume te mantenía como imán al acero, y el amor epistolar que fuimos fraguando siendo descubridores de las semejanzas sintácticas entre nuestra escritura y las morfológicas en las letras. Esos testimonios escritos eran una manifestación un tanto para mi ego, de que podía ser querido de ese modo, pero también de pensar que a pesar de esas muestras y despliegues de mi ansiedad, algo estaba haciendo bien que me confirmaba que no estabas tan lejos, que quizás solo me hacía falta entenderte. Pero no puedo medir probabilidades con los "hubiera", con esos supuestos, aunque me he empeñado en que así sea y aún así, sentir que cada día te fuera perdiendo, a pesar que "me esforzaba" como hoy tiendes mucho a decir cuando recuerdas lo que dices, hice por tí. 

    A veces pienso en aquello que he romantizado, de decir que "me hubiera gustado crecer contigo", pero las cosas son como tuvieron que ser. De tu lado, comenzaste a tener varios problemas que algunos años más tarde se  acrecentaron hasta la pérdida y enfrentarte aún más a la soledad por un mundo en el que no te fue difícil incorporarte... La maldad es algo que no es nativo del ser humano, tal como Rousseau aseveraba, "el ser humano acaba por ser corrompido".
 
    Yo no sé qué hago recordándote si debí dejar que mi resentimiento siguiera mojando mi corazón al grado de que se echara a perder solito, sobra decir cuáles fueron las condiciones que me llevaron a concluir aquello, y que, a pesar de que alguna vez llegamos a reintentarlo, no pude por todo ese coraje que sentía, por ese ego herido, y por todo aquello que dije me hiciste, y que pasó. Hoy día, no puedo sostener un trato tan cordial, porque tiendo a caer más rápido en el aburrimiento con las personas que antes. Sé que hoy, menos que antes, una posibilidad podría vislumbrarse, pues han pasado años y heridas que nos han forjado de distinta manera. Pero hoy, mi recuerdo se da porque ya se hace con amor. Te recuerdo con amor, y quiero suponer he ido encontrando la paz en ello que antes me atormentaba, sé que la vida te ha dado muestras de que puedes y mereces ser amada, y creo que ahora podríamos funcionar, pero... No se puede vivir de supuestos. 

24 jul 2022

Corazón en un cofre.


Son las 0:00, llevo dos días sin poder conciliar el sueño, pienso que los doctores mentían respecto a tu estado de salud. En ocasiones previas, nos habían dicho que las cosas mejorarían, que estarías bien, que era uno de esos episodios en que tu cuerpo nos daba aquellos sustos, y acababas regresando a casa, quizá con menos peso, quizá con más sueño, quizá con un poco más de dolor, quizás con más ganas de vivir. 

    Llevabas un tiempo sin ver, iniciaste perdiendo la visión en un ojo, luego, sucedió el otro, hasta que fue necesario usaras un bastón. Y no me dolió terminar siendo tus ojos, no quise ver el desgaste que ello me sugería, pues el amor que siempre te tuve, me hizo cargarme de una paciencia y una entereza tal, que todo lo que deseaba, era que siempre estuvieras a mi lado, mi vieja querida... No importara el costo, no importaran las noches, las cosas a sacrificar. Ambos comenzamos a padecer el embate de la edad, aunque tú eras más joven, el maleficio de la genética de tu familia te ha jugado mal, o quizás interiorizaste el dolor por la pérdida de la suegra y sucedánea, la muerte de mi cuñada. 

    No me importó nada, no quise nada más, mi vida eras tú. Dormir a tu lado, y acomodarte la almohada era todo lo que me hacía feliz, pues saberte cómoda y libre de cualquier amenaza, aún así sea a tu postura, me hacía sentirme que era el perro guardián que no dudaría en estar a tus pies, con tal de seguir sintiendo tus manos, y que, al abrazarte, pudiera yo sentir el influjo de tu cabello con aroma a manzana colándose por mis narices y regresándome un poco de vida con cada suspiro que emulaba bocanadas.

    Dios, ahora que han pasado los días, que te ví sujeta en esa cama y en esos helados, fríos y blancos cuartos del hospital, me sometí a la necesidad imperante de flexibilizarme y darle volteo a mi aversión al catolicismo, a cosas de iglesia. He rezado 135 veces la oración del arcángel Miguel, no puedo contenerme a la necesidad de verte bien y que regreses conmigo, y durmamos y comamos como siempre, pero... Tampoco puedo mantenerme reacio a verte con esos tubos pegados al cuerpo, a esas sondas, a esos cables y a la continua y trepidante marcha del "bip" de la máquina que me  anuncia aún estar tú con vida. 

    He pedido al cielo, que te de bien, que te de paz, que se haga la voluntad de Dios y no la mía. Yo puedo desear ver tus ojitos por la mañana semi abiertos y tu voz con tono de cansancio que me provocaba tanta ternura, pero ya no resisto a la idea de pensar que todo el cuerpo te duele, que respirar es un martirio, que sabiendo que los pronósticos de los médicos son favorables, sabes perfectamente desde la atalaya que es tu cuerpo que, no es así. Que la enfermedad ha sido poco benevolente contigo, que tus defensas están caídas y solo es cuestión de tiempo para que caigas. 

    Que somos ejército tuyo, y tú mantienes la presión de mantenerte con vida, cuando sabes que las esperanzas, por muy metafísicas y positivas que puedan ser e implantarse, el destino ya nos ha tirado las cartas. Sabes que esto no va a durar y prefieres que el sosiego de todos sea callado lo más pronto posible, y eso para ti, te garantizará paz, esa paz que necesitas ya, pues estos 59 años fueron suficientes. 

Te entiendo, lo siento, y lo pienso. 

    Ahora que no estás, solo queda recordarte así, como te conocí, como te implantaste en mi vida y como te fuiste. He preferido quedarme con aquellas cosas que disfruté a tu lado. Ya no será lo mismo acostarme y sentir el espacio hueco y frío de la cama. Ya no habrá más platicas con el café de la mañana, ni quién me pregunte cómo me fue con la siembra. Yo ya estaba preparado para un evento así, el trámite, el movimiento... Pero el corazón, no. 

Mi corazón, yace en un cofre, sobre algún mueble. 

16 may 2022

Regalo del ciclo.


Nunca sabré el valor en que me tenías en tu vida, quizás en su momento fue algo ineludible, éramos un par de inadaptados, nuestras ropas nos delataban; eras persona de pocos amigos y las personas con las que llegaste a conversar fue quizás un poco muestra del valor que te inyecté. Debes saber que era recíproco y que si me llegaba a hablar con alguien, era para demostrarte que yo también podría ser y hacer tanto; un sentido ególatra mío me hizo querer ser un guía para tí, lo único que pedía a cambio, era tu amistad y compañía. 

    Recuerdo la primera vez que te hablé, recuerdo que yo llevaba un discman RCA color rojo, y sonaba de fondo "Nunca me voy a transformar en tí" de Caifanes; estabas sentado en la jardinera, frente al auditorio, lugar donde muchas veces a posteriori nos llegamos a sentar con los audífonos puestos, un MP3 y quizás la comida de algún sitio contiguo a la escuela. Ahí acabábamos escuchando canciones que nos pusieran melancólicos, coincidimos que al entrar a la preparatoria veníamos de dejar en los salones de la secundaria las historias de aquellas personas que estuvieron por dejar de ser una tangente en el círculo sentimental de cada uno. Al inicio, quería estar ahí, y de repente mover las alas e irme a un lugar donde YO me sintiera cómodo, con aquellos a los que consideré "cool". Pero la vida me puso (y siempre lo ha hecho) en el lugar en el que mejor cabía; pasó el tiempo y ya no me veía con personas que vistieran zapatillas Puma, ni jeans Abercrombie. Me ví compartiendo el gusto por Fobia, por el rock, por las guitarras, hablar de ellas, las marcas favoritas y hacer un intento de deconstrucción de cada una de las piezas que nos hicieron tan felices mientras les escuchamos. Saber qué efecto se usó, qué marca, qué época, qué recuerdos desbloqueó. 

    Bebernos una cerveza al salir de la escuela, ahí todavía puedo decir que no estaba todo perdido, que antes de ir a clases, era grato salirse de tu casa con el sabor a tacos y los dedos hinchados de tanto tocar la guitarra; esperar las horas hasta que llegara el momento de salirnos en la tarde, tomar las bocinas peculiares de un Sony Ericsson y dejarnos llevar por todas las canciones que pasábamos por ahí. 

    Nunca pude zafarme de ti cuando lo quise, y cuando no lo quise comenzaste a tomar vuelo. Siempre vi eso como una traición, mi egolatría y narcisismo disfrazado de celos me impidieron ver que tiempo atrás, yo había hecho lo mismo al partir tú de la escuela y enrolarme en una banda en la que se me convocó solo por el hecho de poder tocar la guitarra (y dejarme al bajo). Fue sentirme solo en el tercer año de la escuela y sin saber qué haría aún de mi vida, con la presión de tener que escoger una facultad y saber a medias a lo que me iba a dedicar, y a 13 años, con 32 años, aún sigo sin saber qué haré. Pero me hubiera gustado seguir creciendo contigo, seguir siendo un modelo y seguir viendo en tí a una compañía incondicional, un hermano menor quizás, un apoyo cuando la noche se dejó caer en mi. 

    Inevitable hubiera sido, acabar quedándome con los recuerdos que me dejaron las veces que caminamos fuera de la escuela al ya no saber qué hacer, al querer matar el tiempo en las horas ya muertas y antes de clase. Entonces, caminar por Lindavista hacia la nueva plaza comercial que teníamos resultaba un gran plan, después fue irnos a casa de alguno antes de las clases para tocar la guitarra, comer tacos, tocar sobre nuestras canciones favoritas, ir a ver a Fobia cuales fanáticos desquiciados; beber una cerveza al término de una clase aprovechando que aún pegaban los rayos de sol, era la mejor forma de disfrutar "Miel de escorpión" o "Descontrol", pues unas bocinas de Sony Ericcsson nos pintarrajeaban una jornada con sabor a cerveza oscura. Es curioso, pero en esa época, y como dijiste la verdadera última vez que te vi: "En ese entonces, a pesar de no trabajar, teníamos más dinero". 

    La última conversación contigo, y sabía que sería la última, debió ser en junio de 2009, salíamos de nuestro trabajo. Comimos unos tacos de carnitas que nos supieron a gloria, sobre Av. Baja California en la Roma. Era frecuente que al salir, nos fuéramos a caminar, a platicar a algún lado, pero en esta ocasión fue certero, yo traía la pesadez de una cruda del fin de semana antepasado, y quería tu apoyo. No te culpo por no hacerlo, quizás ya había sido suficiente de mí, sin embargo, ese día, un sismo que nos tocó dentro del vagón del metro dejó un ya de por sí enrarecido aire, solo te despediste como habitualmente lo hacías, nos tomamos las manos, un: "nos vemos, güey" y tomaste la dirección opuesta de la línea 8, yo debía irme a Centro Médico, tú a Tacubaya, ambos íbamos al norte, pero ya no nos acompañamos. Pienso que, como en toda relación, cuando ya hay personas que se han vuelto una prioridad mayor, otros seres se irán al pasado por medio de la distancia.

    La música, quizás nos unió, ahora nos acabó separando también, ya no éramos como Mick y Keith, ahora éramos algo asi como John y Paul. Pero otros aspectos dañinos de nuestras personas acabaron por ganarnos terreno, y es que, al paso (y peso) de los años, me di cuenta que somos ciclos solamente; y en este caso, me costó tiempo admitir que nuestro ciclo acabó. Después de ello, me enfoqué también en buscar un trabajo que justificara mi existencia bajo el techo donde habitaba y llegué a lugares donde lo pasé bien, y al cabo del tiempo, me acostumbré a la idea de que tener amigos, no era para mí, y lo pasaba solo. Hubo alguna mujer, que quiso ser mi compañera, que fue mi compañera, pero difícilmente pude establecer amistad con un amigo. Ya no quise tanto, y es tan complicado hallar en la vida a alguien con quién compartir esos gustos y esas cosas que pensaba... Y confluir así, y aunque al paso del tiempo, me fui soltando y pude hacer más amigos, todo lo que quise tener después fue una recreación o intento de revitalizar ese sentimiento con otras amistades, lo cual, y sin querer, me acabó limitando y acabé por limitarles. 

    Todavía, 8 años antes de esto nos vimos, tenía a cuestas una deuda y a pesar de que no tenía nada a favor mío, sabía que algo más estaba por llegar, y la última vez que nos vimos fue para rememorar esos días en lo que era el templo de mis soledades. Y me costó aún así saber que ya habías cambiado, que habíamos evolucionado, y quise traer en 2014 las cosas que vivimos tan plácidamente de 2006 al 2009. Ya no era lo mismo pero alcancé a disculparme contigo, a modo de cerrar cualquier herida habida; aún y a pesar de que al verte en algún bar con tu banda y hacerme acreedor a tu habilidad con la guitarra, sintiera la sensación de estar a tres escalones de distancia tuyos. Todavía quise recobrar eso con una serie de imágenes que hallé en ese baul, hubo un ligero acercamiento, pero en esta ocasión, ya no me preocupó seguir cultivando ese contacto... En estos tiempos, el contacto se mide en la cantidad y premura con la que se responde por medio de una aplicación. A mí ya no me interesa eso, sin embargo, ten por seguro que habrá siempre una canción de Fobia en la que estarás siempre presente cada que mire al sol y me empine una cerveza. 

    También y como expresé en esos momentos, "donde sea que la vida te tenga, que te tenga bien"

20 feb 2022

Las conjeturas.

 


Nunca entendí tus gustos, pero no quise hacerlo. Recuerdo con gracia tu modo aquél de despertar, tu rostro torcido y con las huellas de la almohada; aquella ocasión en que al ir a dejar la ropa para que la repararan, y al llegar al departamento, tenías sonando de fondo "El canto del gallo", y justo al ir girando la llave, y abrir la puerta, te vi en el fregadero lavando los sartenes y dando el grito de un gallo, que se oía en la canción. 

    Me comencé a reír, te sonrojaste, y se puso todo muy gracioso, cuando por la sorpresa, salpicaste de agua la sartén caliente con aceite y hubo una mini metralleta en la zona. 

    Todo esto lo recuerdo, ahora que miro por aquél ventanal que fue testigo del principio del fin, misma que te sirvió como pantalla de aquella realidad que, intempestivamente negué, en que te traté como loco y ahora lamento tanto haber actuado así. Imagino la rotura de tu corazón mientras tenías a la niña en brazos esperándonos para cenar, pues era un día en que celebrábamos que, además nos iríamos al viaje que teníamos años planeando; habíamos pasado por unos baches que, nos aturdieron por las sacudidas dadas, y saber que ya habías logrado todo eso que te haría feliz, que nos haría felices. Un proyecto en que nos veías a la niña, a mí y a ti, y siempre estaré agradecida que me hayas aceptado con todo y lo que conlleva estar con una mujer con hijos, pues en esta sociedad que juzga, todos ven mal que alguien se inmiscuya con una madre soltera, y que a esta se le vea como alguien que "busca quién le de apellido a la criatura". 

    Lamento tanto que en las veces que llegaba cansada, fastidiada de las labores del trabajo, me desquitara contigo, que no quisiera hablar y que incluso, por cualquier cosa que no me parecía, hacía que se prendiera todo. Y lamento tanto, cuando dije que "era una chica difícil, y que así soy", en ese momento recuerdo tu rostro, como una resaca de tequila, entonces me quise imponer y al ver que eras incapaz de ponerme un freno, en dos ocasiones te fuiste a urgencias ya que el coraje te lo tragabas y te hacía mal en los intestinos. 

    Al principio, pensaba que era irracional que tú te enojaras, pero comprendí demasiado tarde que solo querías fraguar conmigo una comunicación que impidiera que hubiera conjeturas e historias sin fundamento que nos llevaran a cometer un error, y no me quedó claro, no lo quise ver; hasta que una de tus amigas me lo dijo todo, y era algo que supe siempre, pero que al calor de mis  nervios y mi insistencia por omitir las cosas y el tiempo, lo dejé de lado. Habías pasado por tantas cosas con tu familia, y eso te hizo ser el ser más atento y amoroso con la niña, conmigo, con el resto de mi familia, y es que prácticamente, éramos lo único que tenías. Y evitabas las explosiones tuyas pues, intentabas no agriar los ambientes; recuerdo solo explotaste cuando alguien se llegó a meter con nosotras, cuando el papá de la niña, borracho, te quiso atacar y te empezó a gritar en la fiesta de mi hermano, cuando me tomó por los brazos y me jaló hacia su camioneta y tú lo detuviste, y le pediste que me soltara. 

    La bomba que eras, salió cuando te escupió en la cara, y me empujó hacia mi madre, que tiró la comida que se iba a servir en la reunión. 

    Ya comprendí demasiado tarde cuál era la vertiente por la que te deslizabas, tan orgulloso y sentimental, solo te salías y fumabas un cigarro y yo solo me quedaba ahí y dejaba que todo se apagara, me era más fácil hacerlo así y no retomar el caso, pero en consecuencia, dejé que esas cuentas pendientes se acumularan en ti, y ello te hizo entrar en cierta bucle de ansiedad, pues no comprendía lo que te pasaba a pesar que siempre te empeñaste en hablar del tema, y de todo ese remolino de cosas. 

    Duele, porque fuiste todo lo que deseé un día, y yo lo vine a estropear; cualquiera diría que encontrarse a alguien más en la vida no es algo que esperes, ni que quieras hacer, pero siempre dijiste que "aquél que accede a estar con alguien más, teniendo pareja, no es porque haya habido una amenaza de por medio, si no porque la otra persona también quería". 

    Yo me reía de ello, porque pensé que eso no pasaría en nuestra historia, que sería fiel; me era distante la posibilidad de hacerte lo que me hizo el papá de la niña además, el verte así como eras con nosotras, me hizo decir tan altivamente que ya no nos faltaría nada, solo que un malentendido con el trabajo te hizo estar inactivo, y ya habían pasado los primeros 7 años de mi hija, motivo por el que comencé a trabajar. 

    Entonces, comprendí que aquello que decía sentir por ti, flaqueó, pues inmediatamente al llegar a ese lugar nuevo, y reencontrarme con todo eso que amaba, me hallé con alguien más que me hizo sentir rara, festiva, joven, sin preocupaciones. De repente, llegar a casa y ver la cena servida, y saber que ya no tenía aquello a lo que me acostumbré por el parón que te dieron en el trabajo, me hizo sentir que ya se hacía pesado llegar, la niña crecía y tenía a un "pingo" por dentro, y tú pagabas los platos por algo que quizás no te correspondía, pero que amorosamente hiciste, pues siempre tuviste la ilusión de tener a una hija a quién cuidar, guiar y proteger; de repente estaban las rosas, estaban las flores en mi lado de la cama, había a veces un vino y todo aquello que al principio no tuvimos por la situación estábamos pasando, pero que siempre tuve o te empeñaste en darme. 

    Ya habían pasado varios meses cuando llegué con esa otra persona, no sé en qué pensaba, pero creí buena idea inventar que estaba en una reunión con las filiales extranjeras de mi nuevo amado lugar. Por otro lado, ya habías cuestionado la posibilidad de que algo estaba pasando, pues de por sí ya había un poco de distancia y con esto todavía más se comenzó a dar, yo creí por mi orgullo y la victimización a la que me había sujetado tras lo ocurrido con el papá de la niña 7 años atrás, que estaba haciéndolo bien todo, que eras tú el que estaba inseguro y que no había nada qué preocuparse. Transferí la culpa de todo a tí, a tus reacciones, además siempre fuiste sensible con esos asuntos, y sabías perfectamente que algo caminaba mal, y yo solo me reía, o me enojaba porque insistías en todo eso. 

    La niña no sabía tanto lo que pasaba, solo la abrazabas fuerte, pues decías que su aroma a "ensueño" te hacía imaginarle como un peluche. De repente, feliz por tu labor en ese sitio que me habías comentado que estabas ansioso por probar, porque desde la universidad habías hecho trabajos similares, hacías con más emoción todo aquello que yo hice mientras estuvimos en casa. No sé si fue el cambio de roles, supongo un asunto sin resolver conmigo misma, y me hizo recordar una de las primeras pláticas que tuvimos en Polanco, camino al lugar donde nos conocimos y en que tú cuestionaste si no era necesario acudir con un especialista, por todo lo que dije haber pasado. 

    Yo, solo me empeñé en demostrar mi ignorancia, disfrazándolo de fortaleza: "yo, simplemente, agarré y lo solté, así nada más". 

    No me quedó claro, pero repentinamente, cedieron las atenciones por lo que se estaba dejando de hacer, las comidas estaban servidas cuando llegaba, y al creer que las cosas seguían bien, llegaba con una sonrisa y ganas de descansar. Esa persona era mi viaje en kayak por los rápidos de una pasión que siempre criticaste, y llegar contigo, era como estar en el puerto que me llevaba por las aguas más calmas, y que me hacían ver los más bellos colores; me quise agarrar de dos flujos y en un punto crítico me comencé a partir en dos, entendí, y pensé que todo estaría bien, y lo seguí haciendo... La niña estaría bien bajo tus brazos, me confié pues, tu compañerismo se transformó en un incesante amor de padre, pues te veía enseñándole a dibujar, a que te contara sus cosas cuando llegaba llorando a tus brazos en la salida de la escuela. Fuiste el mejor padre, y no la procreaste, la ayudaste a tener la ilusión de que crecería en un ambiente que yo con su padre de sangre no le hubiera podido dar, y no lo valoré; lo aprecié cuando ya todo estaba roto, y yo no me quise creer todo lo que pasaba. Quise saber a qué sabía la aventura que tuvo su padre cuando yo la esperaba, todo aquello por lo que luchabas, lo que querías evitar, lo que decía nunca iba a pasar, lo acabé haciendo contigo. 

    Entonces, ya no hubo reclamos, había más sonrisas, había más comprensión, había más de todo y de lo bueno... Incluso si me enojaba, solo ya no preguntabas, me dabas un beso en la frente, me acariciabas los hombros y con una sonrisa, te llevabas a la niña a jugar. No me percaté que había dejado de importarte, que estabas preparando tu partida, que entre más me enojaba, y al no ver que reaccionabas como antes, recurría a hacer más grande la discusión, levantaba la voz, torcía más los ojos para provocar algo en tí, y tu ya solo musitabas una sonrisa, de resignación, de nervio, de coraje anidado con el puño cerrado en tu corazón, algo que no se quiso estallar. 

    ¿Sabes? La niña me contó hace poco, que se acordó de la fecha, un día de reyes, mi cumpleaños,  porque ese día había regalos, había cena, había rosca, y yo había llegado con alguien más. Me dijo que ese día, al ver que tardaba en llegar se asomaron por la ventana de aquél edificio que daba a "Invierno" me vieron que llegué en un carro y que venía con alguien que no eras tú. Supongo que viste que esta persona me besó, pues la niña me dijo que la quitaste de la ventana, y solo la abrazaste más. Que ella te preguntó el por qué de tus lágrimas, y tú solo respondiste que "eran de alegría, pues había sido un día bonito por verla abrir los regalos, y el cielo azul que hubo". Hasta ella sabía de tu gusto por esas tardes coloreadas. 

    El tajo que recibí, fue cuando ya no te hallé a mi lado, cuando ya me comencé a comprar la idea de que no volverías, habíamos calculado unos meses más adelante para irnos de viaje, entonces, en ese momento quería aprovechar para despejarme de eso que tanto me rodeó en el tiempo que no estaba en casa, quería reencontrarme con ustedes, con la niña, contigo. Entonces, pensé que aquellas maletas que compraste, eran para el viaje, pues no habíamos podido viajar en nuestro tiempo como novios, y tal era mi confianza en ti que cuando hablábamos del viaje, nunca te pregunté por los boletos y las reservaciones, nunca busqué en alguna caja, entre tus materiales, si había algo que me confirmara que saldríamos tú y yo, que me confirmara que sí tendríamos esa salida tan anunciada y esperada por ti. Que salir al mundo con la niña, era lo que tanto anhelabas y que yo estuviera ahí. 

    Por mucho que insistí en alejarme de mi tentación, me fue difícil, entonces: ¿Qué hacer cuando el instinto se vuelve más fuerte y yo soy solo una presa esperando ser devorada? Hice de cuenta que no pasaba nada, entonces continué, llegaba a casa, a esta otra persona le pedía que me dejara a una cuadra del edificio, pues no me era complicado admitir que el transporte me había dejado en la esquina y solo caminaba. He llegado temprano y no hallé a nadie, no presté mucha atención, me quité los zapatos y me quedé dormida en la sala, pero dieron las 9 de la noche, y la niña no estaba, comencé a preocuparme. 

    Tuve que hablarle a mi hermano, que vive a 3 colonias de aquí. Ya él me dijo que fuiste a dejarle a la niña ¡qué susto! Pero que la dejaste con sus útiles, que te despediste de ella y que la niña se puso a llorar por algo que le dijiste, supongo te despediste: Mi hermano no te preguntó qué pasaba, solo lo miraste de reojo con coraje, y te fuiste en una camioneta con tus cosas. Vaciaste el cuarto, te tomaste la mañana entre que dejé a la bebé y fuiste por ella, y al menos de tus materiales nada quedó, el restirador viejo que te regalaron en tu época universitaria, tus dibujos, todo se fue... Solo me dejaste un carboncillo con el rostro de mi niña en sus primeros dos años. 

    Ya comprendí, por lo que me dijo mi hermano, por lo que la niña con su vocecita me dijo, y a un mes me quedó aún más claro por una carta que encontré bajo la cama; estaba queriendo yo sacarte de mi vida con rencor, pues no me pareció que te fueras así sin decirme nada, me hice la afectada y después, entendí el origen de las cosas que dejaste de hacer, o de aquellas que comenzaste a hacer para apaciguar las cosas. Qué tonta, en qué pensaba, nunca te comprendí, siempre quise ver lo que era mejor para ambos, pero siempre fue desde mi óptica. Tú cedías de forma equilibrada porque eras consciente que no ibas a aceptar cosas que no te gustaran, siempre fuiste así y a mí no me parecía que no estuvieras de acuerdo conmigo, pero ya no quisiste evitarte el pensar en una ruptura, pues no fragüé una buena comunicación. No éramos ya un equipo, me veías perder la cabeza por maquillajes y bisutería que perdía en el camino, o que la bebé me desbarataba, y tú solo querías estar con nosotras. 

    Quizás me aburrí de ustedes, recordé de cuando me acusaste de egoísta, cuando me enojé por los maquillajes que la niña me deshizo, pues me recordaste que todo lo que quería, era una vida a la "Sex & the City", cuando lo que valía la pena, era mi potencial para hacer un buen trabajo a mi imagen. 

    Lamento que te hayas ido así, fueron 7 años de una vida en compañía de alguien que me hizo sentirme querida, que podría ser amada, y no solo deseada, como aquél otro arroyo al que me monté o como aquél otro que me dio a la niña. No puede haber justificación para algún engaño, y yo les fallé, me partió saber de boca de la niña como había sido todo, comprendí tarde entre otras cosas, los motivos de tu partida; te acostumbré a mi forma de abordar las cosas... Por medio de conjeturas. 

8 feb 2022

La navaja.


 Llevamos dos meses y 5 días desde ese día, por aquellos días, comprendí que era necesario e inevitable el decir "adiós", y que el precio de mi dolor fuera tener que recordar con ardor en el alma y con un agujero que cala "El beso" de Gustav Klimt y ya no imaginarnos ahí, pues en una suntuosa imaginería mía de ser tú y yo perdidos en algún museo o vueltos a perder en alguna calle del primer cuadro de la ciudad, me tenté a esa incesante de rehabitar el cuarto en el que me veía a tu lado. Ya de por sí, eras imposible antes de conocerte, y ahora a tu lado y a unos cuantos metros, a veces, lo eres más. 

    Ahora, nos vemos por las ventanas del Metrobús, es un día helado de enero, ha pasado un largo trayecto en que nos hemos visto tragándome las lágrimas hasta desaparecer a gritos. Pero sé que más adelante me tendré que sacar esto, aunque pasen meses, aunque pasen años, aunque tenga qué ocupar la presencia de otra persona y no sea suficiente rellenar ese agujero. 

    Que a mi soledad solo le cambie el disfraz, para despegarte del alma y el coraje que esta otra persona me genere me hará acudir a tí; aunque cualquier intento de cercanía sea suprimido por un choque en que no deje de sentirte como un elemento repelente y así confirmar, que nunca hubo conexión alguna más que la superficial, o quizás sí pero se acabó deteriorando. Y sé que me reiré, o escribiré años más adelante de esto, queriendo hacer patente un intento nuevo de querer deshacerme de este bulto. 

    Ha sido una tarde extenuante, latente está la presencia de un mal en el aire, muchos están muriendo en el oriente, y seguro aquí habrá muchos; sé que mis quiebres anímicos tienen que ver con esa necesidad de querer llenar las oquedades que un "ya no me beses" dejaron, pues al recibir esa solicitud he decidido no ser una molestia y hacerme a un lado no sin antes refrendar mi apoyo con la finalidad de que resuelvas lo que llevas pendiente, ya no por mí, si no porque te quiero tanto que me interesaba verte íntegra, aunque no estés conmigo. Esta noche, por la ventana del autobús, se ha prestado para reencontrarme con cosas que creía recordar, y que acabé no haciéndolo. Es viernes y me he dejado llevar por una avara sed de beber y beber, la universidad no se había puesto tan interesante e intensa. Mi amigo El Principito, me llevó a beber con su rosa y con una persona incómoda; éramos 4 y fue bueno. 

    Con unas cuántas botellas, y siendo las 8 de la noche, la compra y la indecisión por el plan aplazó más el tiempo de disfrutar de todas esas cosas que quería llorar por dentro y acompañarlas de dulzor y licor, si acaso a partir de que decidimos hacer algo, tendré unas 3 horas hasta que emprenda el camino a casa, pues iré de polo a polo. 

    Ya en ese lugar, creí que esto estaba pasando hasta que me preguntaron por ti, y quise negarlo todo, quise ser Pedro al negar a Jesucristo solo que aquí, sí fueron tres ocasiones de negarte, y no fue antes del amanecer. He escuchado y discutido respecto a la situación de "El Principito y su flor", qué bonito saberles juntos, se veían bien, y yo que era el más interesado en tenerlos así. 

    Soy (somos) el "Hombre de la marcha", dejé de ser un "duende chiflado" en el momento en que apostados en aquél balcón del edificio gris que nos cobijaba, en donde me tomabas fotografías, y jugando a que me querías besar y yo de quedarme con "la trompa parada", tomaste la decisión de decir que ya NO. Entonces, yo y mi otro yo, nos envolvimos en una labor dolorosa para despegarme de ahí y que se logró concretar cuando ya dejé de ser visible en muchos aspectos, y así lo he querido hacer. 

    Ahora, estoy en un pequeño cuarto, como un desván, acogible, tengo luces led, un clóset que da muro a una cabecera de una cama, como un camarote. En rueda me preguntan por ti, lo niego todo, y cuando ellos sacaron esos temas que creí solo tu y yo sabíamos a detalle, por haberlos vivido en ese momento fue que me inventé una historia en que no debía quemarme, mucho menos quemarte. No he tenido el alma para admitir que fui un intruso, y que tú accediste con ciertas reservas a ello... No se develaron detalles pues no había qué, para ellos "muchos vieron lo ocurrido", "hablaron de ello", "veían el contacto o cercanía" que había entre nosotros, la supuesta química habida.  

    No bastará recordar eso una vez más, traigo los ojos ardiendo por la sal de mis lágrimas, conmigo el frío de una noche en que, por mi confianza en el clima de hoy me hice no portar un abrigo, y tirito encogiéndome, abrazándome en un rincón de una ventana con mi mochila a medio galope entre cobija, y refugio. Al contar los motivos que me han hecho ya no ser contigo, sentí que algo que estaba apenas cerrando se comenzó a rasgar. Mi sutura comenzó a supurar, no pude evitar sollozar cuando salimos de aquél cuarto. ¡Qué vergüenza! Y qué molestia para ti. Saber que alguien estuvo así de perdido por ti, pero la culpa no fue tuya, simplemente me encariñé con una idea. 

    En este tramo doloroso he hallado personas con las que pocas veces pude congeniar, pude establecer una comunicación y una intimidad que no necesariamente requirió un contacto físico, y la sola idea de que eso ya no lo tendría contigo me hizo partirme en pedacitos, y poco a poco fue siendo así, hasta que parte de esos pedazos los pude ir recuperando cuando retorné a ese camino, qué dicha que nadie se paró a recogerlos, quizás no tenían mucho valor, quizás pesaban demasiado y yo solo era el único capaz de recogerlos. No digo que recuperé todos, algunos se fueron desperdigando por toda la ciudad, algunos más se debieron ir por alguna coladera en el centro, o quedaron en alguna colilla de cigarro, probablemente otros sí lograron irse con el viento, como las veces que simulaba conversar contigo, mientras paseaba a mis perros. 

    Me encuentro aquí, de repente alguien del pasado me quiso voltear la mueca al enviarme un dibujo que ya es parte de la arqueología de mi cabeza, y jamás pensé que alguna vez se pudiera conservar un tesoro así de insulso. Pero no es culpa tuya, ha sido el alcohol el que me desató las amarras de ese embutido emocional, y todo se me regó. 

    Sé que en algún momento, me podré reir o quizás no, y prefiera conservarte con la solemnidad que amerita un buen amor, del que no me he quedado con rencores, salvo nuestras actuaciones postreras; sé que escribiré mucho de esto para quizás, poder sacarte de aquí, o simplemente porque me vea en la necesidad de no hartarme de a veces recurrir a este tema. Sé que hoy día, estás en un armario que es memoria de mi suerte, misma que describe que los amores que mejor conservo, fueron aquellos que no llegaron a más. He hecho de esos eventos algo místico pues todos llegaron con una diferencia de 8 años, y ahora, ya no espero tanto hallar algo así, o quizás sí, y por eso decidí aplazar cualquier movimiento con alguien a 8 años. 

    Querré recurrir a tí, pero no podré acercarme hasta que mi cabeza me haga verte de otro modo, y es mejor así. Te prefiero a la distancia, a esa cercanía que pica o que te incomode, pues yo suelo ser como una maza cuando intentas levantarla y acabas arrastrándola por el peso. 

31 ene 2022

La visión de los vasos.

 

La visión de los vasos, me da la oportunidad de ampliar la mirada hacia espacios que desconocía, que miraba por delante de mis ojos por el transporte, por el camino a pie. Por las veces que transcurría mi vida preguntándome los qué's y por qué's de lo que me había ocurrido meses atras, probando delicias ajenas, y trabajando en algo que por necesidad, había deseado tanto. Son las tumultosas vías de mis 22, los 21 habían sido ligeramente aventurados, hasta la mitad del año en que me maravillé con alguien para quien acabé no siendo suficiente. 

    En estos trechos, largas caminatas explorando sitios que en mi infancia recorrí, me hallo en la trémula metamorfosis de pasar de ser un elemento nocturno, a despertar a las horas tantas antes que el sol haga gala de sus aposentos. Habían sido días grises en el transcurso de ese tiempo, el folk de cierto cantante me hacía sentir en una cruda constante. 

    En esta visión, me hallo, Los Insurgentes se llama el local, estábamos en el cumpleaños de una amiga cuando Alberto, mi amigo llegó, y se aceleró la cosa. Es mi hermano, es mi amigo, es mi sombra... Y le he estado tan agradecido por todo.

    En este trance, he pasado de beber pulque, de mala calidad, y me encuentro rodeado de niñas de pelo de honguito, botas Dr. Martens y algunas con sombrero, escuchando de fondo a Rise Against, Empire of The Sun y Tame Impala. Qué puedo hacer, no podría criticar la música siendo que he visto al sol, los últimos rayos esconderse en un edificio de la calle de El Oro; Insurgentes luce tan común, el ruido, la estación del Metrobús, es viernes y el edificio porfiriano luce tan casual y tan curioso, subir por escaleras empinadas hacia los entrepisos que parecen tapancos, como una casa en árbol, como "La Casa del Tío Chueco"; pasar por las maderas y sentir que truenan, sentarnos en la barra y escuchar el tumulto de las conversaciones casi apagadas, hasta que el alcohol haga de las suyas. 

    Han pasado ya unas 3 horas, son las 9 de la noche, y sin mediarlo, ya estamos próximos a las 11; de no ser por Astrid quien me llama la atención por la jarra que estaba por acabarme, le hallé una relación a la necesidad de ver la hora. No tengo problema en seguir gastando en alcohol, he comido tanto, y tengo tan agrietada el alma que, no me interesa todo lo demás, quiero seguir bebiendo... El mundo seguirá pudriéndose y yo no dejaré que pase más. 

    Ya no es un vaso por el cual, observo a la vida, la euforia del momento ha hecho que los ánimos suban al punto en que me he visto cambiar un tarro, por jarras, y ya llevaba 3. Fui objeto de ser rodeado como un espectacular borracho mientras "Calaveras y Diablitos" se escuchaba al fondo. Mi hermano está al fondo, besando a la pasada de peso del momento, en la esquina y ahí está, yo ando con el alma rota, quisiera que ese pensamiento recurrente, mi deseo estuviera aquí, el solo pensar en ella ha hecho sentir que todo ha ido tomando su curso, y el dolor de hace unos meses ya suena como algo ínfimo. Quisiera que no me viera dando vueltas con una jarra en la boca, y que estuviera carcajeándose conmigo acá, al final, su casa queda a 10 cuadras. 

    Pero sigo aquí, son las 11:30 y tuve que espantarle al Betito su temporal disfrute y compañía, porque ya no alcanzaríamos transporte a "La Nueva". Salimos, pagamos, e íbamos fumando, qué ganas de seguir caminando e irnos con unas cervezas con los cigarrillos en la boca, con el aroma de la ciudad fría por la noche y en viernes. Tenía tantas ganas de platicar con aquel espantajo que es mi amigo, pues desde que entré a trabajar, dejé de frecuentarlo. Hemos entrado al metrobús, esperamos carro, son las 11:40, y no se ve que vaya por "La Piedad". Insurgentes comienza a vaciarse y solo se escuchan los ruidos de algunos centros nocturnos aledaños, de nada servía quedarse hasta muy tarde. 

    Abordamos el camión, no sin antes aprovechar el descuido del policía y acabarnos el cigarrillo dentro de la estación. Traemos una cara fatal, al ser las últimas corridas a Indios Verdes, iba semi lleno el transporte, y antes de llegar a Revolución, omitimos el detalle de que una puerta no abriera; la mísera se atoró, no abrió y se había hecho un desastre en Plaza de la República. Nos bajó hasta "El Chopo" y eso porque le pegamos al mecanismo de apertura, y ya son 11:55, caminar hasta la estación en dirección sur, ya no nos permitirá abordar el último tren a Cuatro Caminos, debíamos estar en la Normal o en Cuitláhuac para tomar un carro. 

    Ya nos dio lo mismo, mejor nos fuimos caminando, la opción era irnos a Eulalia Guzmán ya que estábamos cercanos al norte, pero corríamos el riesgo de acabar como "coladeras" si nos metíamos en ese lugar, de algún modo era el más cercano a la casa del Beto, pero acabaríamos así: agujerados y al suelo. 

    Resignados, fuimos al Oxxo que está en la contra esquina del edificio del PRI, compramos un "seis" de Indio, cada uno y nos fuimos, ya no nos molestamos en entrar al metro, ya eran las 12:01, y mejor agarramos paso hacia la Ribera de San Cosme. 

    Qué distintas se ven esas calles, no es lo mismo el trayecto bajo el sol, con el atosigante calor y el paso acelerado bajo una plancha caliente y fumando. Aquí hace frío, nos preparamos para el evento en el que Desi y yo iremos, aunque falten unos cuantos meses para ello. La noche se ha desplomado, y los edificios se enfundan en traje de gala, el mercado de San Cosme se mira sombrío, llegar al Circuito Interior me hace sentir un ligero alivio, pues estamos próximos a la Normal, lo que no me alienta, es atravesar el fantasmagórico Casco de Santo Tomás, y la posibilidad de ser abordados por alguien. 

    Son las 12 y cuarto, hemos caminado tan rápido, que apenas una lata nos ha durado de Revolución, a la Normal. Apenas escuchamos nuestros pasos, y el sonido de una lata arrojada al pavimento de concreto; en mi mente se recrean las imágenes del ataque militar al Poli en el 68, vamos hablando de todo y de nada... Nada pasa por Medicina, Contaduría, y antes de siquiera pensar en atravesar por Economía, nos pasamos por la "Willy", y entonces sentimos que nuestras gónadas se subieron a la garganta, pues llegando a ese extremo de Calzada de los Gallos, estaban asaltando a una pareja. Y en ese momento en que nos vieron a lo lejos, comenzamos a correr pues, se dieron cuenta de nuestra presencia y estuvimos a punto de ser presas de ellos. 

    
No miramos atrás, corrimos lo suficiente para retornar a nuestro punto inicial, la idea era irlos a perder por Biológicas pero, era meternos a otra boca de lobo; aprovechamos que no había tantos vehículos cruzando y nos pasamos corriendo hasta las vías del tren. Beto acabó pisando un gallo destrozado, pues en los márgenes de las vías, hay casas, y tienen pollos ahí, casi siempre los pollos acaban aplastados por el tren y ese cruce, está lleno de cal por la cantidad de aves despedazadas por los rieles. 

    Caminamos tan rápido que "hasta el alcohol se nos bajó". Y nos empezamos a reír, quién diera la vida por volver a experimentar dicha adrenalina, no quisiera repetir el intento de asalto, pero estar con tu mejor amigo, con el alcohol de 4 jarras y más, y de repente ser perseguidos, nos hizo ver varias perspectivas de la vida, pero no hará falta hablar de ello. 

    Seguimos caminando, nos ponemos los audífonos, al calor de otras 2 latas, y con la furia de "Dive" de Nirvana, nos vamos acabando la noche; salen a vernos, se asoman por las ventanas, por los zaguanes, solo vamos gritando  con una línea incansable de "Dive! Dive! Dive! Dive with me!". 

    La vida ahora, no se ve desde el fondo de una jarra, de un tarro... La lata ahora solo me deja ver la mitad de mi campo visual hacia abajo, mañana, y quizás en algunos años, nos reiremos de esto. 

24 ene 2022

El sueño en Stereo.

 


Quiero que te quedes conmigo, quiero que no dejes de estar aquí, te conocí en una noche en que me invadió cierta necesidad de ser compañía y en consecuencia, me vi en la necesidad de seguir contemplándote. Un cubierto caído al suelo, un piso alfombrado, un derrame de Bailley's, fueron las cosas que me llevaron a resquebrajar un pésimo recuerdo tuyo de nuestros días de escuela. 

    Ahora, despierto, y después de un desayuno que me reanimó, me he quedado con el recuerdo y un poco de burlas, quisiera que nunca hubiera llegado el momento de frenar el consumo de tequila contigo, ni que la plática acabara, mucho menos el baile: tú sin zapatillas, y yo sin habilidades de coordinación de mis extremidades al ritmo de una salsa (no así de un rock'n roll). 

    Es temprano por la mañana, es un día soleado intenso de los últimos días de enero, y pensar que ya no iba a ir a la fiesta que nos hizo encontrarnos. 

    Ya no quiero despejar la idea de lo que encontré al conocerte, y temo que de esto, incurra en la posibilidad de incorporarte a una serie de historias que me dejaré por largo rato clavadas en mi mente; son tiempos de presumir nuestras maravillas por la gloria de los cables y la red, y yo he pensado en la necedad mía de verte tomada de mi mano, del lado izquierdo, en algún sitio verde, en algún lugar soleado, disfrutando de lo que el poco tiempo que nos queda de la adolescencia nos permitirá, era tal mi conexión contigo que, buscaba sitios verdes para estar contigo, y acabaste dedicándote al paisajismo. 

    Es una mala mañana, pero huele como imagino sería pasear contigo, y hoy por la noche, me dispondré a buscar sitios en donde tú y yo podamos acudir a caminar, pues me he formado una idea terca, e inocente de ti. 

    Han pasado las semanas, y mi viaje virtual de sitios en la ciudad por explorar contigo, me ha llevado a nombres que son hoy un "pan de cada día" en mi academia; sin querer, el haberte conocido, me estaba llevando por un trecho al cual debí seguirle la pista desde que entré a la preparatoria. No me arrepiento del trayecto que voy a recorrer. 

    La Romita, el Acueducto de Guadalupe, Los Remedios, Tenayuca, Parque de los Venados, Parque de los coyotes, Parque hundido, Centro Nacional de las Artes, Cuicuilco, nuestra Ciudad Universitaria, Coyoacán, recuerdo con atención los detalles de aquella primera conversación, pero me he perdido entre el paisaje y las máquinas. Ha pasado una semana y recibo una primera nota, y así sucesivamente me he hallado en una idea ficticia de una vida a tu lado, fotografías contigo, la torre Latinoamericana, fotos en la cúspide de ella, tú y yo mirando soberbiamente a la cámara en que alguien nos hizo el favor de capturar ese momento que, se quedó mejor que una fotografía que se acabaría rompiéndose, o borrándose. 

    No puedo esperar a verte, a pensar que alguna vez te volveré a ver, siquiera para tomar un café, beber una cerveza, y platicar largo y tendido. Quiero eso, quiero mi vida en tu vida y viceversa. Quiero que nos perdamos dando vueltas, y rodeados de plantas, de verdor, de azul celeste y de agonizante sol, quiero los colores de una flor, la perpetuidad de una laja al suelo, la calma y la paz de un río que desemboca en un lago, el trinar de las aves, la constante del viento y la luz, contigo. 

    Sé que puedo darte un cariño que creo que puedes merecer, que mi poca visión quizá me permita vislumbrar, porque cuando está oscuro, todo empieza a verse más claro en esta constelación, cuando te invoco por las noches, cuando apareces en la escuela y vas por mí para robarme un rato, entonces, saber que sueles encontrarme en cualquier lugar, me confirma que nada es casualidad; y así tenga la suerte pequeña de acompañarte con tus cosas a salir de la escuela, o a estar jugando en el pasillo perverso donde nuestros talleres se juntan. 

    No quiero dejar pasar este momento, porque en tu andar, veo que los años te endurecerán, forjarán un carácter en ti que, me hará prescindible en tu vida; no por una búsqueda de eterna sumisión en ti, si no porque soy consciente que estás más enfocada a un objetivo, que a la bohemia idea mía de tu entereza profesional, coludida con mi romántica perdición y desvío de mis rutas... En algún momento, nuestros caminos se dividirán, y estará bien. 

    Quiero verte, y sentir que mi mejor amigo nos está cantando, quiero tener el sonido de las cuerdas de un violín, una guitarra y un Rhodes de fondo. Quiero que demos vueltas y vueltas, tomados de la mano, que tengamos una viñeta con tonos oscuros y chispas. Que podamos sacar chispas para encender un fuego intenso, tener un zoom anatómico; y es que, no hay más tiempo que perder, el mundo en unos años más, se irá a la mierda, y yo quiero tener contigo una foto enmarcada, y el aroma de un pastizal quemándose a lo lejos, o de un limpiador cítrico en el ambiente mientras hacemos posible un amor fotográfico. 

    Sé que podremos ir haciendo una plática larga, que ha sido natural esa conexión, y sé que incluso puedo estar haciendo posible un sobre entendimiento de esta conexión nuestra, pero quiero que lo nuestro se vuelva un rito, que podamos pasear por Roma, estando aquí, dulce criatura. Quiero que estés segura y que ya no tengas dudas, destruir mitos juntos, sentir a tu lado que es extraña esta ciudad, e incluso sentirme fuera de escala. 

Pero, sobre todo, hacerte saber que... prefiero seguir tus pasos. 

6 abr 2021

Cuándo te has ido (el amor, el deseo en el hormiguero)


¡Qué días estando allá!

En el montículo de hormigas, donde si bien, todos tenían cuerpo de hormiga, y había mucho maíz por esa zona, y la abrasión de la ciudad en esa zona hizo que otras faunas llegaran a ese punto. Ahí, las tardes, como aquí, se aprendieron a amar, se teñían de amarillo áureo, un naranja amelocotonado, las nubes viajaban y a la vista del cielo azul nunca taparon, el sotavento las llevaba a la puesta poniente creando una gama de celajes imponentes. 

    Han pasado muchos años desde el momento en que cerré la puerta de ese lugar donde residí por última vez, y ahora que he vuelto, no puedo decir mucho de las caras de las personas, pues nunca me interesaron, pero he visto varios puntos que sí se han transformado, la mayoría siguen igual. 

    Hoy, en tiempos de encierro, decidí emprender el viaje desde el Metro Revolución, caminar por la Ribera de San Cosme, esquivando Puente de Alvarado, paso la casa de Mascarones, metro San Cosme, la ESANS, Circuito Interior, el cine Cosmos, el metro Normal, la Normal Superior de Maestros, el Casco de Santo Tomás. 

    Hay carriles confinados de bicicleta, el calor que se percibe es el mismo, mi música igual y es que esta, ha sido preparada con antelación ante la posibilidad de tomar calle y aprovechar ese sol que a mis 21 años tenía la costumbre de caminar. Ese lugar fue lo que el amor en dos personas que no se agradaban, aquí vine a madurar, aquí enfrenté mis primeras decepciones y llorarles mientras fumaba un cigarrillo, mis decepciones laborales, la crueldad del mundo y de los principios mentales que dan origen al placer. Aquí encontré poco a poco razones para amar la nada, aquello que nadie veía  y que solo yo disfrutaba; cuando ya el mundo dejó de resultarme fastidioso, cuando una mujer con nombre de "deseo" me coloreó y saborizó mis días con cerveza y cigarrillos, en un largo trayecto, acabé por rendirme a los pies de esta vida ahí. 

    15:00 horas, después de un largo día de recibir quejas de telefonía y responderlas de manera escrita, de probar unos tacos "campechanos" y un agua de un litro para aguantar las largas jornadas sentado, salía disparado de ese viejo edificio de avenida Yucatán, otro largo recorrido me esperaba en metro, llegar a la Normal caminando desde Insurgentes al metro del mismo nombre, transbordar en Pino Suárez, o caminar a Chilpancingo para hacer el largo trayecto a la línea 2 y transbordar en Chabacano y llegar a mi destino. Tenía la opción de subir a un transporte público, pero era más desesperante la espera, sentado, y la luz del sol pegándome mientras el carro llenaba gente. Opto por seguir caminando, atravesando puestos de comida, a futuros maestros, automotores aparcados, la hojarasca tirada y la sombra de las frondas de los árboles: atravieso la Avenida de los Maestros, llego a la Superior de Medicina del Politécnico, camino por una gran acera. 

    Hay un mix de canciones dispuestas a hacerme vivir el momento, llevo cuatro cigarrillos aún sin encender, hay varias jacarandas aguardando al momento de florecer... Es noviembre, octubre, febrero del siguiente año, ¡qué más da!  Estoy viviendo un momento único, no sé por cuánto tiempo será, pero seguro estoy que está siendo. Llego a Calzada de los Gallos, llego a las vías del tren, he llegado a un oasis llamado Nueva Santa María, mis canciones en español se cuentan una a una y he llegado a Eulalia Guzmán, voy con el sol a plomo, mi mochila Vans ahora no viene cubierta de aroma a cigarrillo pero voy en silencio, solo se me ve caminar por la gran calle, con unos audífonos naranja y la música a todo volumen, pienso en Desirée. 

    Atravieso la avenida, y camino dos cuadras, nada novedoso, solo casas del antiguo fraccionamiento, el Colegio La Paz... enciendo mi cigarrillo. Hace calor (como Los Rodriguez me cantaban), me estoy secando, mi piernas sienten el rigor de andar a las tantas de la tarde y mi deseo en la cabeza. Mis botas pesan, se han aligerado mis pasos, he atravesado el parque Revolución y me dirijo a Guanábana, voy por el segundo cigarrillo, me seco cada vez más, y a pesar de la sequía inducida, continúo avanzando. Mis canciones me han hecho ligero el viaje, a veces suena Jarabe de Palo, a veces es Enrique Bunbury, a veces es Miguel Mateos, Fobia, Las Pelotas, Radio Futura, Andrés Calamaro, Gustavo Cerati, José Fors, Amaral ¡qué lujo que todas esas voces confluyan en el recuerdo de la Desi! ¡Llegar a Azcapotzalco jamás había sido tan grato!

    He llegado a casa, una puerta a tiro de búnker nos abre paso. Tiro las cosas, no me quito las botas a pesar del dolor de piernas experimentado, me he quedado dormido, estoy sudando, estoy pagando la gracia de mi andar. Solo quiero que llegue la puesta de sol. 



Aquí, el atardecer con una cajetilla de cigarros y una cerveza da pie a mi ritual; al atardecer, veo al sol pegarle a las copas de los árboles, a las palmeras, los pájaros conocen el panorama mediante sus vuelos. Todo es color oro, amarillo, celajes de melocotón, como mi casa y su aroma a durazno. 

    El primer trago y suena "Bocanada", y libero mis estreses, mis ansiedades, maximizo al amor y me vuelvo uno con ella, aunque conmigo no esté, aunque solo la haya visto una vez, su recuerdo y persona han quedado para siempre. Con "Audiorama", intento recorrer la cinta de la película que me devuelve a aquél 24 de octubre en que la fui a dejar a su casa tras la feria del libro del Zócalo: Av. Monterrey y Nayarit donde se despide y me abraza, yo sigo mi curso hasta la glorieta de Insurgentes, yo traigo prendado ese recuerdo y en esta tarde, mirando al sol ponerse y romper las nubes. 

Su recuerdo, me baña con la luz del sol, el sabor de la cerveza, y "Córdoba" de Duncan Dhu. 

31 mar 2021

Cuando el invierno toque la puerta.





Cuando la distancia se amplia,
a veces, el rencor carcome,
cuando los silencios nos abandonen,
cuando no hallamos la salida.

Cuando el rencor aparece,
el amor que antes resplandece,
hoy se destroza o se reblandece,
es golpeado y se entristece.

Afloran los dolores ocultos,
la pereza lo alimenta,
los esfuerzos se vuelven tormento,
son el camelo de un amor profundo.

Cuando el rencor aparece,
el despecho florece,
el arrebato se hace manifiesto,
la distancia vence al tiempo,
cuando el despecho vence,
la razón palidece.

Nos convertimos en poseedores,
nos olvidamos de ser amantes,
suponemos que nunca debió ser
supongo que siempre así fue.

Pues en las espinas de la mentira,
se han cobijado los pretextos,
se ha colgado la toalla y en esta pelea,
acabas por culparme del préstamo de tus fallas.

Cuando el rencor nos rompe,
el amor parece solo un nombre,
cuando se nos forza a callar al alma,
cuando se nos obliga a guardar la cara,
entonces la marejada de horror,
nos hará más doliente el amor.

24 mar 2021

El mareo de la noche.



Qué ocurre, de repente me ví acompañado de tres amigas, pero algo me ha hecho virar a los lados, he subido al transporte, es sábado 2 de mayo, 2009. Pasan los minutos y sé que aproximandome a las 8 de la noche, algo pasará que me hará sinuosa la intención de querer salir de mi casa, el día se ha colocado en tonos grises, hay un frío extraño y el resoplo del viento ha hecho que hasta los codos me duelan.

    Tengo $500.00, estoy ansioso porque, veré a mi amada en unos momentos, no es el sitio que me gustaría estar con ella, pero estaré con ella.

    He subido al transporte, francamente siento miedo y el frío de una noche en la que acaba de llover, no ha hecho más que complicar las cosas y el ambiente. "Puente de Vigas" luce tan tétrico, desde antes de salir de casa ya había recibido las primeras reprendas acerca de mi salida, y parecía que ya me habían marcado el destino ahí. Mi teléfono queda sin señal, está oscuro, camino en línea recta regresando de un punto a otro, hasta que decido subir la cuesta de la avenida, subir el puente y llegar al sitio acordado por mi amada, he librado el peligro de estar a 6 km de mi hogar, nos han recibido en el sitio, hemos pagado "un cover" que ya nos ha dejado acceso a comidas, bebidas y baile.
    
    No imaginan cuánto odio esos sitios, la gente se llena de humo, luces, y son sitios para ir de cacería. Nos han llevado vodka, nos han llevado "Malibú", ella me ve con un poco de reserva, quizás dentro de sí hay algo de reserva hacia mi persona, creo que ella está midiendo distancias, y me es inevitable no sentirlo.

    Hay un par de furtivos hombres, han visto a mi novia tras mi renuencia a bailar; yo me he mantenido sentado viendo al vaso lleno de ese líquido blanquecino y empalagoso, que por empalagoso se declara fuerte de alcohol, solo observo una y otra vez el ambiente, luces neón, humo de hielo seco, el aroma de los cigarros y las colillas ahí, amontonadas, los vasos cada uno a uno, yéndose de la mesa por los empleados quienes no dejan de verme, no han parado de mirar cual rastrero animal acechando algo que no debería rondar; he visto que a mi amada se le acercan estos hombres, ella baila con uno de ellos pero, ella misma ha dejado a uno con tal de sentarse conmigo y llenarme la cara de besos. He visto a ese par preparando el ataque, quizás en el baño, quizás en la salida, supongo yo esperaba un navajazo, un puñetazo.

    Siento el aroma del alcohol por la nariz, el cigarro se ha impregnado en mi lengua, he comenzado a flaquear, he mirado al reloj en signo de malestar, solo faltan tres horas para que del lugar nos pidan retirarnos, yo no lo disfruto y he comenzado a sentir sueño, me he quedado dormido, me han sacado de ahí, la cabeza me da vueltas, y en breves episodios recuerdo estar fuera del recinto, en el frío y esperando un transporte que posiblemente nos vaya a llevar o no al destino, en el salón han determinado que no pueden tener a alguien que se ha quedado dormido.

    No recuerdo como llegué ahí, pero estoy en la sala de ella, ese mueble en que semanas atrás en tiempos de pandemia porcina, me vi besando sus mejillas y quitarle su labial color café claro que tanto amaba; ahora me tiene en sus brazos, me ve llorar, no sé por que lloro, pero algo me ha sacado el alcohol, quizás el miedo, quizás he visto lo que se acerca. Ocurrirán las semanas y no podré siquiera recopilar las cosas que pude decir, solo sé que acabé en brazos de ellas cuando se suponía debía ser su guardia. A mi amada no le ha quedado de otra que decidir por mí, supongo le dejé en vergüenza, supongo quise defender su existencia de aquellos furtivos ojos, supongo solo fue escuchar el sufrir de mis ojos por la cantidad de alcohol ingerido, sé que ella me dejará, lo he visto y ella supongo, no hará más extenso mi malestar, ha decidido dejarme.

    Su ausencia no se podrá hacer más patente, me mandará una misiva, y cortará de tajo todo esto, me dejará con la intención de saber qué pasará, qué ocurrió, habrá momentos en que se sabrán con la capacidad de contar y saber lo ocurrido de ese entonces, pero habrá momentos en que el poco valor ganará, y diremos que "no, que es mejor dejarlo así."

Se de todo esto, que el alma la tendré partida por mucho tiempo.